Por las redes sociales, el Juez Mario Alberto Juliano publicó un emotivo relato sobre un episodio ocurrido en estos días en un juzgado local. De fondo, el difícil camino de ejercer justicia teniendo en cuenta a todas las partes y, sobretodo, valorando el lado más humano de las personas.
El relato se transcribe a continuación:
Y el milagro volvió a ocurrir.
Esta semana estoy a cargo del Juzgado Correccional. El secretario me avisa que tengo un debate por un homicidio culposo en un accidente de tránsito. Me dicen que los familiares de la víctima quieren una pena de efectivo cumplimiento, que están muy enojados, que no quieren ningún acuerdo.
Entro a la sala de audiencias y veo a un imputado como pocas veces se ve. El muchacho está muy conmocionado. Le pido sus datos y se larga a llorar. Llamo a los abogados a mi despacho. Les pregunto si no ven la posibilidad que imputado y familiares tomen contacto personal. Me dicen que sí. Hacemos pasar a todos a la sala.
Toma la palabra el imputado y entre sollozos que hacían dificultoso comprender lo que decía les pide perdón a los familiares. Los hijos de la víctima lo miran. Toma la palabra uno de ellos y cuenta cómo era la mamá. Luego de hablar un poco dice que acepta las disculpas. Su hermano hace lo propio.
Dispongo un cuarto intermedio para que los abogados conversen. Salgo de la sala y me entero que uno de los muchachos se acercó al imputado, que seguía llorando y lo abrazó para consolarlo.
Aprovecho para mirar el expediente: 4 años y 8 meses de trámite.
Volvemos a la sala. Me dicen que llegaron a un acuerdo de juicio abreviado: una pena de 3 años de prisión de cumplimiento condicional e inhabilitación para conducir por idéntico período. Todos expresan comprender y estar de acuerdo.
Tomo la palabra para cerrar. Pido disculpas en nombre del Poder Judicial por el inexplicable tiempo que demandó tramitar una causa sencilla. Anticipo que voy a hacer lugar al acuerdo y agradezco las enseñanzas que nos dejaron, que nos hacen mejores personas y mejor sociedad.
Al rato salgo a comprar un yogurt y me encuentro a los hermanos conversando con el imputado en la vereda. Me les acerco. Les estrecho la mano y les deseo suerte.
Para mi sorpresa se me acerca un periodista de mucha trayectoria con lágrimas en los ojos y me agradece. Dice que es la primera vez que ve a un juez pidiendo disculpas.