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ELECCIONES 2019

VIDAL-MACRI, EL DIVORCIO QUE VIENE

“Bajo el mismo techo pero en camas separadas”, así describen cerca de la Gobernadora su relación actual con el Presidente. Las circunstancias que llevaron a este escenario y cómo se perfila ella para encarar su futuro político

“Es un matrimonio que en los últimos tiempos salía a cenar, iba al cine, se mostraban juntos y siguen viviendo en la misma casa, pero duermen en camas separadas. Y ahora tampoco van a sobreactuar la relación hacia fuera”. Así, en la analogía de una pareja que se amó y que aún se quiere, “porque siguen compartiendo las cosas buenas”, pero que va en el camino irreversible del divorcio, un funcionario provincial graficó el presente entre Mauricio Macri y María Eugenia Vidal.

“Es la metáfora perfecta para entender lo que pasa entre Nación y Provincia”, coincidió uno de los hombres de la mesa chica de la Gobernadora. Y agregó: “No hay divorcio ahora, para eso se va a esperar a que pase la elección. Ella no va a dejar de ser macrista ahora, pero sí va a estar menos con Macri y con Marcos Peña”.

El reproche se alimenta de la bronca por el resultado electoral, y se potencia porque las advertencias emanadas desde la Provincia (y también desde otros altos despachos de la Capital Federal y de distintos poderes), nunca fueron tenidas en cuenta en la Casa Rosada. De todos modos, son conscientes en el emergente vidalismo de que “no se van a conseguir mejores resultados ahora por pelearte con Mauricio”.

“Cualquier situación que surja hay que caretearla hasta el 27 de octubre”, se sinceró un ministro en diálogo con La Tecla. Evidente muestra de que la buena onda con la que se intentarán mostrar cuando los cruce la campaña nacional con la provincial es impostada. Mientras tanto, Vidal va a centrarse en la Provincia y evitará todo lo posible hablar de temas nacionales.

Hasta el 11 de agosto, los funcionarios provinciales se esforzaban por excluir al Presidente de la ya desgastada relación entre Olivos y calle 6, y la carga de los cuestionamientos recaía en Marcos Peña. Después de las PASO, ya no se los diferencia; entonces ahora, “Peña y Macri son lo mismo”, sobre todo después de que el propio Presidente dijo públicamente que “quien critica a Marcos me critica a mí”.

Tampoco se llevaba la exclusividad de los cuestionamientos el jefe de Gabinete. Desde principios de año, las negociaciones con los gobernadores peronistas encaradas por el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, incendiaron los humores bonaerenses. En el vidalismo se quejan porque compensaciones a otras jurisdicciones perjudican a las arcas de la provincia de Buenos Aires. En Nación responden que nunca dejaron de asistir a Vidal en todo lo que necesitaba, y que su provincia fue la más beneficiada económicamente tras la recomposición del Fondo del Conurbano.

“Acá importa Vidal y allá importa Macri”, repiten en La Plata, como si de pronto aquello de “somos un equipo” se hubiera desintegrado cual copa de cristal al caer contra el mármol. La tensión entre los colaboradores que secundan al Presidente y a la Gobernadora, que al final termina impactando en ambos, encierra los celos que, por defender al jefe propio, terminan por cegar la visión de la conveniencia para el conjunto.

En el glosario de propuestas políticas emanadas desde la Provincia y rechazadas por los conductores nacionales se centra buena parte del enojo de los vidalistas, que entienden que, por tratar de salvar sólo el traje del jefe Estado, se puso en peligro a todo el espacio y a todas las figuras con posibilidades de sostenerlo en lugares de poder.

“En diciembre, nosotros avisamos que para María Eugenia no era una buena jugada polarizar tanto con un solo sector, pero Nación eligió polarizar con Cristina. En enero planteamos el desdoblamiento (de las elecciones provinciales), y tampoco convenció en la Rosada. En marzo surgió lo del plan V (Vidal Presidenta), pero Mauricio no quiso; y después Cristina dio un paso al costado, lo puso a Alberto y ganó. En abril se planteó lo de las colectoras, y tampoco fue aceptado. Las alertas las dimos todas y en ninguna nos escucharon”. Palabras de uno de los colaboradores de la Gobernadora que apoyaron esas batallas sin éxito.

La suerte está echada y, bajo el mismo techo de Juntos por el Cambio, Macri y Vidal deben encarar el proceso proselitista para las elecciones de octubre. Ella bajó la directiva de que quiere “una campaña para ganar”, aunque asuma que la empresa es harto difícil. Además, en Provincia reconocen que “tampoco se puede ser autista ante la campaña nacional”. En ese contexto, todavía buscan en el entorno de la Gobernadora el discurso que la muestre independiente de la Rosada, pero sin renegar de lo que es el espacio.

“Quiero ganar, quiero llevar adelante la propuesta que tengo; y si no gano voy a seguir representando a los vecinos de la Provincia”, les dijo la mandataria a los industriales la semana pasada. Anticipó la intención de seguir en la arena política.

“Va a asumir la representación del tercio de votos que tiene en la provincia de Buenos Aires, va a estar al frente del espacio político”, reafirmó un funcionario con despacho en la Gobernación.

Si la derrota de Juntos por el Cambio se consolida en el país, Mauricio Macri quedará relegado definitivamente de la política, y la entonces oposición tendrá que buscar nuevos referentes. Entre Horacio Rodríguez Larreta, Vidal, Martín Lousteau, los intendentes del espacio que logren conservar sus distritos y la recomposición del radicalismo aparecerán esas opciones. La actual Gobernadora pretende, por lo menos, ser la conductora política en la provincia de Buenos Aires.

“María Eugenia tiene que hacer una campaña para ganar, positiva, y después ver lo que te queda; no podés hacer nada que no sea intentar ganar, pero sabemos que es una misión casi imposible”, reconocen cerca de la mandataria. Algunos ya hablan de “portadora sana de macrismo”, y se aferran a que su imagen pública no ha sufrido un daño irreparable pese al resultado de las PASO.

Mientras culpan a la estrategia nacional, se lamentan por las oportunidades perdidas y porque las peleas quizá no se dieron con la intensidad que debieron darse para quebrar las negativas constantes de la Rosada, en el vidalismo dicen que después del divorcio hay una nueva vida política para la actual Gobernadora, que tiene como base una concepción filosófica diferenciadora de Macri y los suyos.

Así lo expresó a La Tecla un funcionario provincial: “La lealtad para nosotros es una avenida de ida y vuelta, pero para Nación es de una sola mano”.

LA TECLA

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