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MEMORIA & DDHH

Una estrategia de represión sistemática contra la sociedad

La violenta represión en el Congreso expone la naturaleza del gobierno y deja de lado las formas democráticas. La escalada de confrontación promovida por la extrema derecha y el nuevo escenario que se abre.

Un operativo de represión planificado contra la población
Con heridos en estado crítico y decenas de detenidos, la brutal represión ordenada por el gobierno de Javier Milei contra la movilización de las hinchadas de fútbol en apoyo a los jubilados volvió a evidenciar el núcleo de su proyecto político. La esencia del mayor ajuste económico de la historia es innegociable y las principales víctimas son las personas mayores que cobran una jubilación. Los grandes beneficiarios, en cambio, son los sectores que lucran con la especulación financiera. Ante el evidente colapso de su esquema económico, el presidente terminó recurriendo a aquello que rechazaba en campaña: acudir de urgencia al Fondo Monetario Internacional en busca de asistencia.

El violento operativo diseñado por Patricia Bullrich se inscribe en una estrategia de acumulación de poder basada en el miedo, tanto hacia el interior del gobierno como en los círculos de decisión política y económica. Sin embargo, la movilización que avanzó hasta las puertas de la Casa Rosada podría traer consecuencias impredecibles y desatar una escalada de tensión en un momento poco conveniente para la administración ultraderechista.

El contexto global y la influencia de Milei
Con Donald Trump en la Casa Blanca y figuras como Milei en Argentina, el panorama internacional se vuelve difícil de analizar bajo los mismos parámetros que explicaban las crisis de los últimos años. En el país, La Libertad Avanza gobierna mediante decretos, avanza hacia su segundo año sin presupuesto y amenaza con aumentar la deuda con el FMI sin la aprobación del Congreso. En este contexto, las ideas del filósofo y sociólogo italiano Maurizio Lazzarato ofrecen una lectura crítica tan esclarecedora como inquietante.

Lazzarato parte de una premisa que la democracia de posguerra logró atenuar bajo el concepto de consenso: el capitalismo, sostiene, es inseparable de la guerra, el conflicto interno, el uso de la fuerza y la violencia sistemática contra bienes y personas. Las escenas en la Plaza de los Dos Congresos encajan a la perfección con esta descripción. Desde su perspectiva, un error fundamental del pensamiento crítico ha sido separar la política de lo militar y la economía de la guerra. En esa línea, sostiene que se han dejado de lado tres conceptos clave: imperialismo, monopolio y guerra civil, esta última entendida como la expresión del conflicto entre clases sociales. Ignorar estos elementos, advierte, impide comprender el cambio que se ha profundizado en la relación entre el Estado y el capital, además de bloquear cualquier alternativa real de transformación.

Detrás del discurso contra la “casta” y en favor de la “libertad”, Milei no hace más que reafirmar estos pilares dentro de un modelo que resuena a nivel global, en especial en lo que respecta a la idea de una guerra civil latente: una política de gobierno dirigida contra sus opositores.

El monopolio del poder y la violencia como herramienta política
Lazzarato recuerda que el monopolio no se limita al ámbito económico, sino que abarca el control del Poder Ejecutivo y el uso de la fuerza represiva. En sus libros recientes, como Guerra o revolución. Porque la paz no es una alternativa (2022) y El imperialismo del dólar. Crisis de la hegemonía estadounidense y estrategia revolucionaria (2023), aborda estos temas en profundidad. En ¿Hacia una nueva guerra civil mundial? (2024), editado por Tinta Limón, menciona reiteradamente a Milei como parte de un proyecto alineado con Estados Unidos y destaca un dato de gran actualidad: “Occidente está integrando en la democracia las técnicas y dispositivos de poder de los fascismos del siglo pasado, incluso el genocidio se reivindica ahora ampliamente como política exterior”.

Según el pensador italiano, vivimos un proceso en el que la democracia adopta formas autoritarias y prescinde de las formas tradicionales del diálogo político. La brutal represión ejercida por la Policía, Prefectura y Gendarmería en los alrededores del Congreso el 12 de marzo no es un hecho aislado, sino parte de una tendencia global: un progresivo deslizamiento hacia el uso sistemático de leyes de emergencia, normativas antiterroristas y la instauración de la crisis permanente como modo de gobierno.

Una guerra civil asimétrica
En un mundo donde el trumpismo busca contener el ascenso de China, Lazzarato expone una realidad difícil de aceptar para quienes aún confían en la democracia como estructura funcional: existe una guerra civil asimétrica, donde solo un sector del poder está dispuesto a combatir con determinación. Se trata de una fusión de intereses entre los Estados y distintos modelos de capitalismo político, en competencia por demostrar cuál es más reaccionario.

Uno de los puntos que más le interesa al filósofo italiano es la negación de esta guerra civil como matriz del poder contemporáneo. Es el “elefante en la habitación”, la clave que estructura la nueva era política y económica.

La crisis financiera de 2008 marcó un punto de inflexión, introduciendo al capitalismo en una deriva sin precedentes. En ¿Hacia una nueva guerra civil mundial?, Lazzarato identifica un factor central en la crisis de legitimidad de la democracia: la inflación. Según su análisis, el aumento de los precios desmanteló la última herramienta que sostenía el pacto democrático: el consumo, tanto privado como público. A su juicio, más que las instituciones republicanas, era el acceso al consumo lo que garantizaba estabilidad y consenso en el sistema. Ahora que ese acceso se ha deteriorado para las mayorías, la democracia se convierte en una estructura vacía y carente de atractivo.

Desde su perspectiva, el capitalismo no puede reducirse a una simple economía de mercado, sino que es también una estructura de poder basada en la violencia y el control. “El poder acompaña al beneficio, al monopolio de la fuerza, a la propiedad”, afirma.

El rol de la extrema derecha y la estrategia de Milei
Desde el Sur global, Milei encarna la brutal disposición al combate que exhiben las nuevas derechas en el mundo. Lazzarato señala que una de las fortalezas de estos movimientos es su capacidad para identificar y atacar a un enemigo común, aunque este no sea verdaderamente una amenaza. “Señalar al enemigo es un lúcido instinto de clase de los reaccionarios, apoyado por un odio partidista igualmente intenso”, escribe.

Con un país sin dólares, en medio de un ajuste feroz, con destrucción del empleo y represión en las calles, surge la pregunta de si Milei está construyendo una oposición a su medida.

Es a partir de este punto que Lazzarato plantea el gran interrogante: ¿cómo se puede construir una alternativa real en un escenario donde el poder está altamente concentrado y dispuesto a todo para eliminar cualquier amenaza a sus privilegios?

El desafío, sugiere, es encontrar una inteligencia política capaz de sostener el enfrentamiento sin quedar atrapado en categorías del pasado. Con el fin de las sociedades industriales y la transformación de la democracia en una estructura vacía, los movimientos de resistencia enfrentan dificultades para trascender lo sectorial y dar el salto a la macropolítica. “El todo que requiere este conflicto no puede ser cerrado sino abierto, un proceso que no unifique ni homogenice la multiplicidad, al tiempo que garantice la centralización a pesar de la diversidad”.

El problema, reconoce Lazzarato, es que esta es una tarea difícil de lograr. Sin embargo, insiste en que es la única alternativa viable. En última instancia, sostiene que el verdadero objetivo de Milei no es otro que profundizar una privatización generalizada, cuyo único beneficiario es la misma “casta” contra la que construyó su discurso de campaña.

La Nueva Comuna

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