Es como celebrar que jugaste el mejor partido de básquet de la historia cuando apenas terminó el primer cuarto y vas ganando por un par de puntos. Eso fue lo que hizo Javier Milei este sábado, al pararse frente a una Asamblea Legislativa semivacía y autoproclamarse líder del “mejor gobierno de la historia”. Pero apenas lleva un año en el cargo y todavía le quedan tres. ¿En qué se basa?
“La convertibilidad era el programa de estabilización más exitoso de nuestra historia… hasta ahora”, afirmó el Javo, en una clara indirecta a Domingo Cavallo, el ministro de Economía que logró frenar la hiperinflación del 1.343% en 1990. Milei, molesto por las críticas de Cavallo a la sobrevaluación del peso, no dudó en tomar represalias: despidió a su hija, Sonia Cavallo, del cargo de embajadora ante la Organización de Estados Americanos (OEA). Eso sí, el mandatario puede atribuirse el mérito de haber reducido el índice de inflación del 211% en 2023 al 117% en 2024, con la expectativa de bajarlo aún más en 2025. Claro que todo esto funciona siempre y cuando el dólar atrasado no vuelva a dispararse. El Peluca dejó en claro que, a diferencia del gobierno de Carlos Menem, no necesitó confiscar ahorros con un plan Bonex como en 1989.
Milei también presumió de que, a pesar del severo ajuste fiscal, la economía creció un 5% “punta contra punta”, es decir, comparando diciembre de 2024 con el mismo mes de 2023. Sin embargo, no es así como se mide el crecimiento real. A lo largo del año, el PBI cayó un 1,8%, y recién en el último tramo hubo un repunte del 5,5% en diciembre. Fue una recuperación más fuerte de lo esperado, es cierto, algo que Milei usa para burlarse de los keynesianos. Pero esa mejora se explica en gran parte porque se compara con un diciembre de 2023 marcado por la crisis, la incertidumbre electoral y la fuerte devaluación con la que arrancó su gestión. En otras palabras, la rápida caída de una inflación elevada tiene un efecto expansivo, aunque el ajuste fiscal sea recesivo. Para 2025, la Unión Industrial Argentina (UIA) prevé un crecimiento del 3%, producto del arrastre estadístico de 2024, sin un verdadero impulso nuevo. Pero está claro que al jefe de Estado en deconstrucción no le preocupa la visión de los empresarios industriales. En este aspecto, es lo opuesto a su referente Donald Trump.
“Si ingresa un producto de mejor calidad y quiebra una empresa, los consumidores pueden gastar más en otros sectores de la economía”, dijo Milei. Pero el problema es que ese consumo termina beneficiando a otros países y no a la producción nacional. “Basta de la mentira proteccionista, curro entre la política y los empresarios prebendarios”, arremetió el libertario, mientras insistía en la necesidad de un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, el mismo país que acaba de subir los aranceles al acero y al aluminio. También reiteró su idea de reformar el Mercosur o directamente abandonarlo. Un discurso belicoso que contrasta con la actitud conciliadora que al otro lado del Río de la Plata mostró Yamandú Orsi al asumir la presidencia de Uruguay, rodeado de mandatarios de Brasil, Paraguay, Bolivia, Chile, Colombia, Panamá, Honduras, Guatemala y Alemania.
Ahora, Milei le pide a la oposición que apruebe un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que ni siquiera ha firmado. El organismo exige la eliminación del cepo cambiario antes de liberar los 15.000 millones de dólares que busca el “Coloso” Luis Caputo. De lo contrario, sólo enviará 3.000 millones para cubrir intereses de la deuda en 2025. Milei volvió a prometer que levantará el cepo, pero evita hacerlo antes de las elecciones legislativas de octubre, por temor a que la inflación resurja y le cueste votos. De todas formas, estos montos son solo rumores de negociación. Nadie conoce aún los detalles del acuerdo, pero el Presidente pretende que el Congreso lo apruebe sin siquiera haberlo cerrado. Habrá que ver qué tipo de proyecto envía, porque la regla establecida durante el gobierno anterior por Martín Guzmán era clara: primero se negocia con el FMI y luego se busca el aval del Congreso, no al revés. ¿Acaso Milei quiere un cheque en blanco para definir el acuerdo a su gusto? ¿O simplemente busca un choque con la oposición para acusarla de irresponsable?
El mandatario no solo cargó contra lo que él llama la “casta política”, sino que también apuntó contra los “empresarios prebendarios”, incluyendo al Grupo Clarín. Mientras en elDiarioAR señalábamos que el establishment asume que el conglomerado de Héctor Magnetto cuenta con el visto bueno del Gobierno para quedarse con Telefónica de Argentina, Milei parece querer mantenerlos bajo control hasta que aprueben la compra. ¿Será que teme que Clarín termine dándole la espalda como hizo con Menem y Néstor Kirchner?
Milei volvió a prometer una reducción del 90% de los impuestos, incluyendo las retenciones, aunque sin explicar cómo evitaría que esto genere un déficit fiscal. Como alternativa, adelantó que habrá un recorte “severo” del gasto público. Incluso sugirió reducir los impuestos coparticipables y dejar que cada provincia recaude por su cuenta. También insistió en la flexibilización laboral, que intentó imponer por decreto pero fue bloqueada por la Justicia, aunque ahora espera lograrlo si gana las elecciones legislativas. Prometió más privatizaciones y ratificó que la obra pública seguirá congelada, ya que según su visión solo genera impuestos para financiarla, en lugar de empleos para desarrollarla.
En su discurso, Milei también mencionó datos ciertos: logró el primer superávit fiscal financiero en 123 años sin recurrir al default, el crédito hipotecario volvió al mercado y eliminó algunos impuestos y aranceles, incluido Bienes Personales, que pagan los sectores de mayores ingresos. Pero también hubo exageraciones y distorsiones. Mintió al decir que su blanqueo de capitales fue el más exitoso de la historia, cuando en realidad representó apenas una décima parte del que hizo Mauricio Macri en 2016/2017. También aseguró que sacó a 10 millones de personas de la pobreza, aunque en realidad solo recuperó a aquellos que él mismo empujó a esa situación al inicio de su gestión. El panorama social actual sigue siendo el mismo que dejó Alberto Fernández. Tampoco es cierto que los alquileres se abarataron: subieron por encima de la inflación.
También habló de una “revolución de los aviones recargada”, basándose en el récord de 4,5 millones de pasajeros en enero. Pero omitió un detalle clave: ese récord se explica por la salida masiva de turistas al exterior, aprovechando el peso sobrevaluado y el dólar barato. Un déjà vu de lo que sufrió el propio Cavallo en 2001, cuando intentó sostener la convertibilidad con planes de competitividad en lugar de una devaluación, en un país con menos impuestos y menos Estado que el actual, pero que igual terminó en fracaso.
Con Información de El Diario Ar
Publicado en lanuevacomuna.com