Un Macri desencajado: “Este modelo cierra cueste lo que cueste”
Cercanos y no tanto, al presidente lo notan con un grado de agresividad nunca antes visto. Desde la corporación mediática y el empresariado le llueven elogios y pedido de mano dura tras la marcha del #1A y la presencia en las calles de las fuerzas de seguridad con esas escenas de represión tanto de la Panamericana como de la Plaza de los Dos Congresos. La otra pata en que se apoya la gestión de Cambiemos, la judicial, no se queda atrás y a su manera, también le brinda su beneplácito, como cuando Bonadío escribe en su resolución para procesar a CFK, que Ercolini continúe con la persecución hacia la ex presidenta.
Así las cosas, Macri está decidido a dar la batalla con la gendarmería y las policías en las calles, algo que según dicen determinados sondeos, también cuenta con mucha gente de a pie que ve con buenos ojos la represión y muy mal los piquetes y cortes.
La fallida instalación de la Escuela Itinerante por parte de los maestros frente al Congreso, tras la brutal represión por parte de las fuerzas de seguridad de la ciudad de Buenos Aires por el consecuente endurecimiento dela gestión de Rodríguez Larreta respecto de los cortes, le ha puesto al primer mandatario una sonrisa en la cara.
En sintonía, los medios afines –que al final son casi todos- no solo bajaron el tono de la golpiza y el gas pimienta reduciendo la misma a una cuestión de permisos, sino que centraron toda su virulencia en una persona, a esta altura fácilmente identificable como lo es el secretario de Suteba, Roberto Baradel.
Este encarnizamiento se sabe, nunca fue casual. Al líder gremial se lo ha querido y para muchos, logrado, adherirlo a la figura de la ex presidenta, otro punto alto en cuanto a vituperación y escarnio.
Macri intuye que es la Hora de los palos. Con las elecciones a lavuelta de la esquina y con un conurbano totalmente en contra, busca el beneplácito de su núcleo ciudadano duro. Y sus votos, claro está.
Sabe que su batalla con los maestros es la madre de todas ellas, algo que de continuo le recuerdan los empresarios amigos, los CEOS de las grandes corporaciones y el multimedios de Magnetto. El costo laboral para todos ellos, incluido al oficialismo, todavía sigue siendo muy alto. Nadie quiere moverse de un 20 por ciento de aumento en los salarios.
Triaca, su ladero y experto en flexibilizar, viene llevando a cabo prolijamente el programa marcado desde el poder real. Muchos despedidos, mucha mano de obra desocupada, mucha desesperación y angustia irremediablemente deviene en bajos salarios y flexibles. Nacen entonces las nuevas condiciones, las malas condiciones de trabajo, como los brotes verdes que nunca llegaron en forma de dinero para producción.
El presidente va por todo. Por los maestros, por los cortes y los piquetes. Pero principalmente por la baja en el costo laboral y las consecuentes pingües ganancias para sus empresarios amigos que solo en un año y tres meses ya fugaron del país alrededor de 13 mil millones de dólares. La exigencia sine qua non para seguir sosteniéndolo.
Consciente de eso, Macri tiene claro que el modelo, debe cerrar cueste lo que cueste.
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