LAS CLAVES DE LA JUGADA DE DONALD TRUMP CON GROENLANDIA, CANADA, PANAMA Y ATLANTICO SUR.
El tablero geopolítico mundial podría experimentar un giro sin precedentes. Antes incluso de asumir nuevamente la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump ha puesto en marcha una estrategia que apunta a redefinir el equilibrio de poder global, con la denominada «geopolítica de los accesos» como eje central. Groenlandia, el Canal de Panamá y, eventualmente, el Atlántico Sur y la Antártida, están en la mira de este ambicioso plan, que tiene un objetivo subyacente: mantener a raya el expansionismo comercial de China.
Groenlandia: La puerta al Ártico
Trump ha dejado en claro su interés por Groenlandia desde su primera presidencia, cuando propuso adquirir el territorio danés. Ahora, vuelve a centrar su atención en esta isla estratégica, considerada un punto clave para el control del Ártico y sus recursos naturales. La región, cada vez más accesible debido al cambio climático, se ha convertido en un escenario de disputa entre potencias como Rusia, China y Estados Unidos.
La importancia de Groenlandia radica en su ubicación estratégica: permite el control de rutas marítimas, recursos minerales y una posición privilegiada para el despliegue militar en el Ártico. En este sentido, garantizar la supremacía estadounidense en esta región también implica contrarrestar la creciente influencia china en el comercio y las inversiones globales.
El Canal de Panamá: Paso bioceánico clave
En paralelo, Trump ha planteado la necesidad de un control más directo sobre el Canal de Panamá, un paso interoceánico vital para el comercio mundial. Más allá de su importancia comercial, este punto estratégico también tiene un componente político: frenar la presencia china en las principales rutas comerciales globales.
China, a través de su iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda, ha establecido una fuerte influencia en infraestructura portuaria y marítima en diversas regiones del mundo, incluido América Latina. Trump busca revertir este avance asegurando que Estados Unidos mantenga el dominio sobre estos pasos esenciales para el comercio bioceánico.
El Atlántico Sur y la Antártida, próximos objetivos
Trump ya tiene el estrecho de Magallanes y el paso interoceánico antártico tendido en la mesa. La lógica detrás de estas maniobras apunta hacia una expansión en el Atlántico Sur y la Antártida, áreas de creciente interés geopolítico. En estos territorios, el acceso a recursos naturales, la posición estratégica y el impacto del cambio climático están en juego. Además, el control de estas regiones permitiría a Estados Unidos limitar aún más las incursiones comerciales y políticas de China en el hemisferio sur.
En este contexto, el presidente argentino Javier Milei ya ha abierto las puertas de par en par a Estados Unidos, Inglaterra e Israel para instalarse militar y comercialmente en Argentina, con un foco especial en Tierra del Fuego. Un hecho aún más preocupante es que la posición del actual gobierno argentino se muestra favorable a reforzar la presencia de las fuerzas de la OTAN en las Islas Malvinas, un movimiento que reconfigura las tensiones históricas en el Atlántico Sur.
Mapas polémicos: Canadá y la retórica expansionista
En un movimiento que ha causado revuelo internacional, Trump publicó en su red Truth Social dos mapas que muestran a Canadá anexado como el estado número 51 de Estados Unidos. En uno de ellos, el territorio canadiense aparece pintado con los colores de la bandera estadounidense; en el otro, ambos países comparten el mismo color con la inscripción «Estados Unidos».
La respuesta desde Canadá no se hizo esperar. El Partido Liberal del primer ministro saliente, Justin Trudeau, reaccionó con un contundente mensaje en redes sociales: un mapa de Canadá en rojo y Estados Unidos en gris, acompañado por la leyenda «No es Estados Unidos».

El objetivo final: contener a China y reafirmar el dominio global
Estas maniobras reflejan un enfoque claro de Trump: consolidar a Estados Unidos como el poder dominante en los puntos de acceso más estratégicos del mundo. Groenlandia, el Canal de Panamá y la expansión hacia otras regiones clave no son solo ideas sueltas, sino piezas fundamentales de una estrategia mayor que busca frenar el expansionismo chino, proteger los intereses comerciales estadounidenses y reafirmar la hegemonía en un mundo cada vez más competitivo.
La pregunta ahora es: ¿hasta dónde llegará este plan? Y, más importante, ¿cómo responderá el resto del mundo, especialmente China, ante este avance?
Alfredo Barros / LANUEVACOMUNA.COM
