El mundo Tesla se ha visto sacudido, en las últimas semanas, por un preocupante síntoma: por primera vez desde el 2020, hubo una caída interanual en sus ventas de vehículos. En el Q1 de 2024, Tesla anunció que envió 386,610 vehículos a clientes, una caída del 8,6% comparado al período equivalente del 2023 y del 25% respecto al período anterior, el Q4 de 2023. Si bien Tesla ofreció algunas explicaciones a sus accionistas, la realidad parece indicar que la caída es sintomática de una tendencia preocupante para la compañía pionera del mercado de los vehículos eléctricos: el fin de su liderazgo del sector.
A esto se le sumó, en los últimos días, un recall de todos los llamados camiones modelo cybertruck, el producto más novedoso de la compañía. Fue debido a las quejas de usuarios que indicaban que, por una falla de diseño, el pedal acelerador podía trabarse a fondo y hacer imposible detener el auto. Si bien la solución a este problema es veloz -una alteración que dura «35 segundos»- su origen en una modificación a último momento dejó consternados a usuarios que sugieren que la seguridad no es prioritaria para la compañía.
Las explicaciones que ofreció la compañía dirigida por Elon Musk para la caída en envíos fueron múltiples. Un ataque por parte del autodenominado «Grupo Vulcano» dejó sin electricidad a la «Gigafactory» -el nombre dado por Tesla a las megafábricas en las que produce sus vehículos- de Alemania. Esta organización, según un manifiesto que publicó en Kontrapolis.info, llevó a cabo el ataque en respuesta a sus preocupaciones ambientales y sobre derechos laborales dentro de la «Gigafactory.»

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Otra explicación dada fueron las intervenciones por parte de fuerzas Houthis en el Mar Rojo, las cuales han dificultado el comercio entre Asia y Europa al atacar barcos comerciantes que atravesaban la zona. Esto fue disruptivo para Tesla ya que la compañía depende de proveedores y «Gigafactories» en China y el resto del continente asiático.
No obstante, la explicación principal de la caída en entregas de vehículos aducida por Tesla pareciera ser las primeras fases de producción del actualizado Model 3 en la fábrica de Fremont, California. Esto, se supone, habría afectado el caudal de producción de manera tan significativa que generó la reducción en volumen antes mencionada; la compañía había anticipado una reducción, aunque no de tal envergadura. La explicación provista no convenció a la prensa ni a los accionistas de la compañía. La saga -junto con un mercado financiero más conservador por las tasas de interés elevadas para contrarrestar la inflación-llevó al precio de acción de la compañía a bajar 33% desde el inicio del 2024, el segundo peor valor dentro del índice industrial S&P 500.
La explicación principal de Tesla por la caída en las entregas de vehículos estuvo relacionada con las primeras fases de producción del actualizado Model 3 en la fábrica de Fremont, California. Esto habría generado una baja en la producción mucho mayor a la esperada.
La respuesta de Tesla fue doble, y no demoró. Por un lado, Musk anunció que despediría a alrededor del 10% de la fuerza laboral global de la compañía (alrededor de 14000 personas) para reducir costos y prepararse para «la próxima fase de crecimiento». La reducción de personal incluyó la separación de ejecutivos de alto nivel y mucha antigüedad: Drew Baglino, vicepresidente senior e ingeniero encargado del desarrollo de baterías, motores, y otros productos vinculados a la energía y empleado por 18 años, renunció. Baglino era uno de cuatro ejecutivos con nombramientos públicos, y había colaborado en lanzamientos con Musk. También renunció el vicepresidente Rohan Patel, quien se encargaba de políticas públicas y desarrollo de negocios en Tesla.
Los recortes llegaron mientras Musk se encuentra renegociando su compensación y poder dentro de la más redituable de sus seis compañías más importantes (X/Twitter; SpaceX; The Boring Company; Neuralink; xAI). El anterior acuerdo de remuneración que Musk firmó con la compañía -al tono de $50 mil millones, denominado el más elevado en la historia de los mercados financieros- fue invalidado por un juez de Delaware que determinó que el proceso de confección del mismo había sido ilegítimo.
El juez determinó que Musk, junto a miembros afines del comité de Tesla, decidió su propia compensación. Si bien la tenencia de Musk por sobre Tesla se vio reducida, tras su adquisición de Twitter, al 13%, el plan de compensación diseñado le habría dado la oportunidad de comprar acciones que llevarían su tenencia al 25%. Musk había dicho que ese era el porcentaje que él precisaba tener para poder brindar su foco pleno a la compañía-una preocupación para muchos, dado el número de diversos proyectos que Musk conduce.
El dilema se resolvió la semana pasada, cuando el board de Tesla aprobó una resolución que llevaría a votación de accionistas el paquete original de compensación para Musk, valuado ahora en alrededor de $47 mil millones y distribuido a lo largo de diez años. A eso se suma la constante inquietud que el personaje público Musk representa, con exabruptos antisemitas y racistas y afinidades con teorías conspirativas de diversa índole, para los directivos de la compañía. Se lo ha acusado de estar distraído, y de priorizar la «guerra cultural» sobre el bienestar de sus compañías, y de usar su celebridad para manipular el valor accionario de la compañía. Nada de eso, sin embargo, parece ir a cambiar en el futuro próximo.
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La otra medida tomada para rectificar la caída de ventas y de su valor accionario por parte de Tesla fue rebajar los precios de sus vehículos. En la lógica de la compañía, esto llevaría a recuperar la demanda perdida, aunque también ha reducido sus márgenes de ganancia con severidad. Sin embargo, estas rebajas-ya iniciadas a fines de 2023-las imitaron sus competidores occidentales: tanto Ford como Chevrolet rebajaron por montos similares el precio de sus vehículos eléctricos.
La caída de demanda no afecta solo a Tesla, si no a la industria de vehículos eléctricos en general. Si bien los incentivos impositivos para la compra de un vehículo eléctrico se mantienen, las altas tasas de interés han reducido el mercado. A esto se le suma la cancelación de un plan de Tesla de producir un vehículo de bajo costo -alrededor de $25000-en parte por la pérdida de demanda. En China, mercado esencial para Tesla, sus competidores le están llevando la delantera.
Para atenuar la caída de sus ventas Tesla rebajo sus precios y sus márgenes de ganancia se redujeron con severidad. Pero sus competidores occidentales en el mercado la imitaron y le impidieron recuperar la demanda perdida.
El desarrollo de vehículos eléctricos por parte de las compañías automovilísticas tradicionales como Ford, Volkswagen y BMW entre otras -que responden a una situación política de elevados incentivos para la producción de vehículos eléctricos y a una demanda pública por soluciones para la crisis climática- ha también debilitado la supremacía de Tesla sobre un sector que antes dominaba con holgura. Si hace sólo dos años, Tesla tenía alrededor del 65% del mercado de vehículos eléctricos, en 2024 sólo ostenta el 51%, y todo indica que esa proporción continuará bajando.
Ante una percibida falta de innovación, errores de diseño y fallidos rediseños, y frente a un mercado creciente en el largo plazo pero debilitado por el momento, la compañía que acaso creó el mercado para los automóviles eléctricos hoy se encuentra frente al precipicio. Si su líder, el supuesto visionario Musk, podrá sacarla adelante -dejando atrás sus malos hábitos y su tendencia hacia las controversias espúreas y las posiciones extremistas- aún no lo sabemos.
La Política Online
Publicado en lanuevacomuna.com