LA PRESION DE LOS GASES TOXICOS REVENTO CAÑERIAS E HIZO VOLAR LAS TAPAS DE LAS CAMARAS CLOACALES.
«No debieron emplear agua para el incendio del phostoxin y menos echarlo al desagüe cloacal»
Los testimonios de los vecinos indignados fueron elocuentes: la enorme cantidad de pesticidas acumuladas en el local del empresario Cañada era una bomba de tiempo inserta en medio del ámbito urbano quequenense.
El Phostoxin o sulfuro de aluminio, es un agrotóxico comúnmente utilizado para fumigar predios, silos, y, a pesar de estar prohibido, las cargas de cereales de los camiones. Provoca enfermedades respiratorias y hasta cáncer: los gremios de transportistas denunciaron en varias oportunidades que la grave enfermedad se cobró la vida de varios camioneros.
El contacto del tóxico con la humedad y, peor aún el agua, provoca una reacción química con emanaciones de un gas muy tóxico llamado fosfina (PH3). Es un producto extremadamente tóxico tanto por ingestión directa como inhalado en forma de fosfina producida al reaccionar con agua o un ácido. La dosis semiletal es de 1,5 mg/kg: en el caso de los vecinos de Quequén, la dosis habría sido superior.
EL DOMICILIO DE LA INFORTUNADA VICTIMA FATAL, EN LA ESQUINA DE LA EMPRESA SHIPINSUARENCE
Mal manejo del fuego de los bomberos
Según los primeros testimonios de la policía ecológica, el tóxico acumulado en el galpón de la empresa Shipinsuarence habría causado una fuerte explosión alrededor de las 15 horas del lunes 13 de abril, momento en que se desataba una fuerte lluvia sobre la zona.
El incendio fue atacado en principio por los responsables de la empresa con arena y matafuegos especiales, pero no consiguieron dominar el fuego. A los pocos minutos llegó al lugar el cuerpo de Bomberos, quienes contrariando todas las precauciones normativas legales, habría utilizado agua para dominar el incendio. El agua de la autobomba, mezclada con la lluvia de ese momento, comenzó a hacer estragos.
La irresponsabilidad del empresario Cañada
Otros testigos señalan que a los pocos minutos de retirarse los Bomberos del lugar, siendo las 16 horas, el empresario Fernando Cañada, munido de elementos de seguridad (barbijo, guantes, anteojos) habría utilizado una hidrolavadora para limpiar la zona del incendio y el extenso garage de acceso al galpón de acopio de los agrotóxicos. Los testimonios coincidentes de los vecinos indican que Cañada habría arrojado los restos de agua contaminada (utilizada para la limpieza del lugar) en la cámara de desagúe de las cloacas (que se observa en la imagen) y de allí se habría difundido a las casas vecinas por la misma red cloacal.
Las horas siguientes fueron un calvario para los vecinos de la cuadra: las emanaciones de gases tóxicos comenzaron a difundirse por las rejillas de las cocinas y los baños hacia el interior de las casas. La presión de los gases fue tal que reventó cañerías de baños e hizo volar tapas de las cámaras en los patios (ver imágenes). En la esquina de la misma cuadra probablemente haya habido en las cañerías clocales una acumulación de gases letales: allí vivía Melisa Ortiz, la joven fallecida por una intoxicación aguda con tan sólo 19 años.
Alfredo Barros / LANUEVACOMUNA.COM