Los familiares del reportero gráfico que fue alcanzado en el rostro por un cartucho de gas lacrimógeno mientras documentaba la violenta represión policial del 12 de marzo informaron que la reciente cirugía endoscópica “salió bien”. La causa judicial sigue en curso y cuenta con la participación de organismos de derechos humanos.
Pablo Grillo, de 35 años, sufrió el impacto directo de un cartucho de gas lacrimógeno en su cara cuando cubría la represión. Imagen: Archivo
A más de un mes de la violenta represión frente al Congreso durante la protesta de jubilados, Pablo Grillo —el joven fotógrafo que resultó gravemente herido por efectivos de seguridad— continúa transitando un complejo proceso de recuperación médica y judicial. Este miércoles, su entorno familiar comunicó que fue sometido a una intervención quirúrgica y que “la operación salió bien”.

La cirugía, realizada por vía endoscópica a través de las fosas nasales, permitió localizar y sellar la fuga que estaba generando presión dentro del cráneo. A pesar de los avances, su estado aún requiere cuidados especiales.
Su padre, Fabián Grillo, agradeció las oraciones por su hijo, internado desde el 12 de marzo. “Ahora hay que esperar unos días para ver la evolución”, señalaron. En breve, se le realizarán nuevas punciones lumbares con el objetivo de reducir la presión intracraneal.
Una herida de origen institucional
Grillo recibió el impacto mientras documentaba la represión policial. La escena fue registrada por otros reporteros que también cubrían la manifestación y denunciaron el uso excesivo de la fuerza por parte de Gendarmería. Desde entonces, permanece internado con múltiples secuelas.
Días después del ataque, un gesto encendió la esperanza: Pablo reconoció a su padre y le dijo “Hola, viejo”. Fue su primera manifestación de conciencia tras el golpe. El momento fue compartido por sus allegados como símbolo de resistencia frente a la violencia institucional.
Redes de apoyo
La noticia de la intervención fue difundida por sus familiares en redes sociales, donde también agradecieron “los rezos, las energías y toda la buena vibra”.
El caso de Grillo despertó una fuerte muestra de apoyo por parte de colegas, sindicatos, organismos de derechos humanos y centenares de personas que siguen de cerca su evolución con mensajes, acciones y manifestaciones.
Una causa con peso político
La causa por la represión quedó bajo la órbita del Juzgado Federal N.º 1, conducido por María Servini. La familia está representada por el CELS y la Liga Argentina por los Derechos Humanos, que reclaman la identificación de quienes participaron del operativo en el que hubo otros manifestantes lesionados.
Según consta en el expediente, los abogados Martín Luis Sarubbi y Claudio Pedro Nuncija ya fueron aceptados como representantes legales. El domicilio procesal se fijó en la Dirección de Asuntos Jurídicos de Gendarmería Nacional, lo que indica que la fuerza ya fue notificada formalmente.
Un reclamo colectivo
Lo que se exige por Pablo Grillo no es sólo justicia individual. Su caso se convirtió en emblema del límite que se ha cruzado en el tratamiento de la protesta social. La brutalidad que lo dejó hospitalizado expone la forma en que el poder político decide enfrentar la disidencia en las calles.
“Que no haya otro Pablo”, insisten familiares y colegas. Mientras su estado mejora lentamente, la impunidad de quienes lo agredieron permanece intacta. Como en tantos otros expedientes similares, la justicia parece no tener prisa.
Con información de Página 12
La Nueva Comuna