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OPINION: TENEMOS QUE VALORAR EL PARO DE LA CGT por CARLOS BALMACEDA

Carlos Balmaceda: «Tenemos que valorar el paro de la CGT»


Es una opinión, nomás,pero me parece que el paro anunciado por la CGT debería ser más valorado por todos nosotros.

No lo ha decidido Agustín Tosco ni Raimundo Ongaro, lo han decidido tres burócratas y su entorno, uno de los cuales, el mismo domingo fue tapa de «Clarín» hablando de los intentos desestabilizadores en el acto del miércoles pasado, que además pide el ostracismo para Cristina.

Que estén allí, a la cabeza de la central obrera, es la foto en sepia de un cuerpo anquilosado. No tenemos al frente de la CGT a Enrico Malatesta, por la simple razón de que los hombres y las mujeres son producto de sus circunstancias históricas (aunque de vez en cuando aparezcan aquellos que las superan).

Nuestra circunstancia histórica es la de un proceso populista extraordinario, de carácter continental, que aquí ha sido excepcional pero insuficiente.

A su vez, el proceso histórico que atraviesa a las conducciones sindicales, es el de una clase trabajadora que vivió la represión, la muerte y la tortura en los 70, un intento de alineamiento en los 80 y la desocupación y las privatizaciones en los 90.

Si bien la de Ubaldini en los ´80 y la de Moyano en los ´90 fueron conducciones resistentes y consecuentes, ya estaban signadas por ese disciplinamiento previo que «trabajó» los cuerpos de cada obrero argentino: en las maestras carneras que hoy se ilusionan con 1000 pesos, asegurándose cobrar de allí en más un 18% de aumento en cuatro cuotas, con una inflación que por lo menos alcanzará el 25% anual, puede verse cada muerto, cada desparecido, cada comisión interna entregada por las patronales.

En la muerte y la tortura impuestas por la dictadura militar, qué duda cabe, se cifra nuestra desgracia. No se puede separar aquel descuartizamiento de esta imbecilidad e incluso de nuestra ansiedad y nuestra eventual miopía, que espera de Daer, Schmid y Acuña un comportamiento similar al de Lenin, Trotsky y Stalin.

Valoremos, incluso, que ese paro fue arrancado por trabajadores y sindicatos afines a la CGT en la calle, y más aún, en el palco, lugar emblemático para el peronismo. No perdamos de vista que mientras el gorilaje mediático se regodea con visiones de Ezeiza y el cajón de Herminio, lo que ocurrió allí fue una apretada que es a la vez mensaje, negociación y disputa.

Un paro general, en el contexto de este gobierno, es lo último que quería esta CGT, porque al mismo tiempo que los expone frente al macrismo, los debilita ante sus representados.

Experimentan así aquello que dijo Perón de los dos patrones y Vandor: no se puede ser leal a ambos.
O responden al neoliberalismo al estilo del Momo Venegas, que no representa a nadie, o responden a sus bases.

Ya Cristina había dicho hace tiempo que anhelaba la formación de nuevos cuadros sindicales. Bien, esos deberían llegar en una nueva coyuntura histórica. ¿Será ésta? ¿Saldrán de los doce años que el goteo peronista hizo, aquellos que comandarán futuras CGT? Porque, hay que estar atentos, ahora no se ve, pero hay una generación de pibes que se crió en otros valores, con otros imaginarios, con otras lecturas y discursos.

Así como seguimos sufriendo a los pibes chorros de los noventa, fruto del desamparo y la anomia, en algún momento debería manifestarse el fruto de la década ganada.

Mientras tanto, esto es lo que hay, y no es poco. La movilización ocurrirá de la mano de las CTA, y unos días antes saldremos masivamente a la calle, el 24, y el 20 y el 21, para apoyar la marcha federal docente. De 20 días de marzo, la ciudad habrá estado sitiada y detenida por marchas, piquetes, acampes. ¿Imaginábamos esto hace un par de meses?

Yo valoraría un poco más que nuestros Curly, Larry y Moe hayan tenido que anunciar el paro a regañadientes, antes de salir corriendo una vez más, mientras suena la música de «Tres ratones ciegos».

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