El desastre de la terminal de trenes de once no puede ser un episodio más
Tristes, asombrados, estupefactos, los argentinos vimos por televisión, leímos en los diarios o escuchamos por radio las secuencias aterradoras del siniestro que provoco 51 muertos y más de 700 heridos. Una vez más, en la Argentina la verdad se convierte en una cruel realidad. La corrupción también mata y se transforma en verdugo implacable de miles de victimas inocentes.
Como seguir callados ante el descaro e impunidad del responsable de los medios de transporte Sr. Schiavi, quien intento minimizar el desastre aduciendo que en un día feriado hubiesen existido muchas victimas menos, o lo que es peor aun, cuando afirmo que es costumbre de los argentinos viajar amontonados en los primeros vagones para bajarse antes y llegar a tiempo al trabajo o al lugar de destino.
Los desatinos siguieron: a escasos minutos de producido el «accidente» y sin tener una mínima evaluación previa, el Sr. Cirigliano, responsable técnico de la empresa TBA concesionario del servicio y miembro del clan familiar que regentea la misma, deslindo rápidamente de toda responsabilidad y adujo que posiblemente existió una «falla humana», ya que el servicio prestado es aceptable.
Arteramente busca responsabilizar al operario Córdoba, conductor del desgraciado convoy quien felizmente y a pesar de sus heridas, no murió y desgraciadamente para los «cirigliano», afirmo lo contrario, ya que se habían detectado fallas en los frenos.
A cincuenta horas del terrible choque, aparece otra vez lo inexplicable: para ese entonces todavía existía una persona desaparecida, el joven Lucas Menghini Rey.
Familiares y amigos deambularon sin descanso por hospitales, clínicas, morgues, difundiendo las fotos de Lucas por cuanto lugar pudieron, manteniendo la firme esperanza de encontrarlo con vida.
Por otra parte, policías, bomberos, socorristas, empleados del SAME y hasta el Juez interviniente en la causa recorrieron en esas horas el tren siniestrado… pero tuvo que intervenir el padre de Lucas para que luego de más de cincuenta horas apareciera el cadáver del infortunado joven, entre los hierros retorcidos del tercer vagón.
La indignación parece no tener límites cuando en representación del Gobierno Nacional, a través de su vocero Julio de Vido, asegura que se van a presentar como querellantes y que van a ir hasta las últimas consecuencias.
Señores del Gobierno: por favor, en TBA en menos de una año hubo dos accidentes que costaron sesenta vidas y mas de ochocientos heridos!
Tuvieron que pasar tantos años, tuvimos que llorar tantas victimas, tantos heridos, para que Ustedes se dieran cuanta que el servicio de trenes en este país es calamitoso y que presenta un riesgo continuo de vida para sus usuarios.
Señores De Vido, Schiavi, Comisión Nacional de regulación del Servicio de Transporte, no se han enterado que la gente viaja en tren apilados como ganados, con las puertas abiertas, arriba de los techos, en vagones que no tienen el mínimo de mantenimiento, tampoco escucharon al trabajador de mas de treinta años en TBA que dijo que en los talleres no había herramientas ni repuestos desde hace varios años.
Sra. Presidenta: las victimas de Once merecían otra actitud, merecían otro tratamiento, el decreto de dos días de Duelo nacional, la suspensión de las fiestas de carnaval y el silencio en Calafate no bastan.
Tampoco sirven las declaraciones de su ministra Nilda Garre (mas que desgraciadas) que pretendió culpar a Lucas de su muerte por ir en un lugar inadecuado.
No hago politiquería barata, soy un argentino que como otros millones no queremos ser mas cómplices de nada, de los mucho que esta mal en Nuestra Querida Patria.
No nos quieran engañar con una intervención a TBA por solamente quince días, hasta que se expida la Justicia. No se puede tapar el sol con las manos!
Sra. Presidenta, no me pida que la quiera, yo humildemente le pido que aproveche ese enorme respaldo popular que tuvo hace muy poco, y que como Ud. Lo dijo en Rosario «…ha llegado el momento de actuar y de tomar las decisiones necesarias» (un poco tarde). Por favor no permita que la corrupción siga matando argentinos en este bendito País.
HECTOR ISMAEL LLARIAS