«De esto no se sale por la vía institucional, porque las instituciones son de ellos».
Muy bien, basta de llorar. No. El amor no vence al odio ni todo se paga en la vida. Eso no existe, son zonceras de resignación de nuestra moral cristiana con las que nos adiestraron para que nos quedemos en el molde mientras nos llevan puestos.
Como veníamos adelantando, condenaron y proscribieron a Lula en un juicio de cartas marcadas y sin pruebas. ¿Y qué hacemos? Lloramos. Pero no tenemos que llorar, tenemos que salir a prender fuego todo. De esto no se sale por la vía institucional, porque las instituciones son de ellos. Hay que destruir las instituciones liberales del enemigo. De esto no sale sin un 17 de octubre.
No sale en Brasil sin eso y no se sale acá tampoco. Mientras sigamos jugando con el mazo de cartas del enemigo, como dice Ricardo Rouvier, es solo cuestión de tiempo para que perdamos. A veces vamos a tener la impresión de que estamos ganando, pero eso va a durar mientras los intereses del enemigo de los pueblos no se vean realmente afectados.
Y he aquí nuestro ejemplo: ¿Por qué creen que Cristina no fue condenada? Porque el enemigo sabía que no ganaba. Si el enemigo supiera que ganaba ―como sabe en Brasil que Lula iba a ganar y que ni siquiera tenía una interna― la hubiera condenado, proscrito y encarcelado. Así de simple.
Basta de confiar en las instituciones republicanas, son herramientas formales del poder fáctico de tipo económico y siempre van a actuar en un sentido contrario a los intereses de las mayorías populares, que somos nosotros. Tenemos que destruir esas instituciones.
No se sale de esto sin un 17 de octubre. Pero es posible que necesitemos incluso más. Es posible que necesitemos una revolución cubana.
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