Nora de Lucía, una funcionaria que no sabe ni quiere ser ministra de Educación
En el cargo que alguna vez ocupó Sarmiento, la cartera de instrucción de la provincia de Buenos Aires, se encuentra hoy una persona cuyo perfil no encaja con la función ni con los desafíos a enfrentar
«La gestión de Nora de Lucía es mala, administrativa, política y pedagógicamente hablando. Desde que está ella no se habla de planes educativos, no hay capacitación docente; ella misma no está a gusto, no está en el lugar donde debería estar. Renunció ya cuatro veces, debería volver al Senado», dice Miguel Ángel Díaz, secretario general de Udocba (Unión de Docentes de Buenos Aires).
El gobernador Daniel Scioli le confió la Dirección de Cultura y Educación –tal el nombre actual de la cartera– a Nora de Lucía, cuando fracasó el acuerdo que tenía con Suteba y con Silvia Gvirtz –la anterior ministra del área–, que le habían prometido «paz social», es decir, que los fondos de Nación llegarían en tiempo y forma.
«No sabe nada de Educación», dice, tajante, un ex funcionario del área, que prefiere hacer reserva de su nombre.
«Con ella no hay proyecto educativo, se hace lo que se puede», agrega, aunque luego concede: «Seguramente De Lucía es una persona eficaz en el área que conoce». Es decir, la administración y la economía.
La ministra de Educación provincial es abogada y escribana; ambos títulos los obtuvo en la Universidad de La Plata. En 2011 fue elegida Senadora por la VIIIª Sección Electoral de la provincia. Presidió la Comisión de Presupuesto e Impuestos. Su mayor cercanía con el área que hoy maneja es haber sido vocal en la comisión de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Técnica.
Hoy está al frente de un área que maneja 2.200 escuelas y el mayor presupuesto provincial. Sin embargo, con doce días de paro docente cumplidos, su mayor reflejo fue pedir a los sindicatos que dialoguen «con los chicos en las aulas», llegó a decir que los docentes ganaban hasta 44 mil pesos e hizo un llamado de orden casi místico: «Estamos convencidos que en este momento nos tenemos que parar frente a la sociedad y hacer una invocación como lo ha hecho la Iglesia, para que cambien la postura».
«Aceptó el cargo por compromiso», dice también Miguel Angel Díaz. «El Ejecutivo no la ayuda porque le recorta los fondos», sostuvo.
Díaz agrega que, a diferencia de anteriores ministros, De Lucía no tiene interés en el tema del que debe ocuparse. «A Mario Oporto, cuya gestión también fracasó, al menos le interesaba la educación. Pero ahora tenemos una funcionaria que no tiene el equipo ni la envergadura para un cargo ejecutivo como éste».
Por Claudia Peiró – [email protected]
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