Ayer al mediodía, mientras escribía dos de mis notas para elDiarioAR y preparaba una salida al aire en Radio Con Vos, entró un llamado por línea telefónica de un número extraño 18-607-242-481 con el logo de la app CuidAr. Dijeron que llamaban por el turno de la vacuna. Justo yo tenía uno para el próximo lunes, pero lo había suspendido porque estoy con Covid-19, muy leve, pero aún en aislamiento. El tipo me siguió preguntando sobre mi contagio hasta que le dije que no tenía más tiempo para hablar porque debía seguir trabajando. No me pidió ningún dato, ni le di ninguno. Cuando terminé el llamado, ya no pude acceder a mi Whatsapp.
Pensé que era un problema de la red social de Meta, la empresa de Mark Zuckerberg que también controla Facebook e Instagram. Quise darme de alta de vuelta. Me mandaron un SMS para verificar. Cuando fui a mi casilla de SMS, tenía dos mensajes con códigos para habilitar mi Whatsapp: uno de la hora en que estaba hablando con el de las vacunas y otro actual. Pero no pude recuperar mi Whatsapp porque el servicio me pidió un PIN personal de un proceso llamado autentificación o verificación en dos pasos. No recordaba haberlo hecho nunca, pero por las dudas pedí que me lo mandaran a mi e-mail. Pero en ninguno de mis correos electrónicos llegó nada.
A las 12.40 recibí el mensaje de una colega amiga advirtiéndome que le había llegado un supuesto mensaje mío de Whatspp pidiéndole plata urgente para pagar una deuda y diciéndole que se lo solicitaba porque no me estaba funcionando mi home banking. Entonces mandé mensajes de advertencia a mis seguidores en Twitter, LinkedIn, Facebook e Instagram y salí al aire advirtiendo en Radio Con Vos. Entonces otro colega de allí, Sebastián Davidovsky, autor del libro “Engaños digitales, víctimas reales”, me tiró la posta:
-Para bloquear el Whatsapp, mandá un mensaje a [email protected] y poné en el asunto “cuenta falsa/robada” y contáles cuál es tu número con el +5411 de tu localidad adelante.
A las 13.25, un minuto después de mi mensaje, Whatsapp me contestó pidiéndome mi factura para comprobar que era el titular de la cuenta. A las 13.30 ya estaba bloqueado mi Whatsapp. Pero no pude respirar tranquilo. El lío en el que me habían metido a las 12 no terminaría hasta las 20, ocho horas de recibir y hacer llamados y mensajes de amigos que cayeron en la trampa, de otros que estuvieron a punto de caer, de los que me avisaban de la estafa, de empresas de telecomunicaciones y bancos para bloquear cuentas. Es que cuando les obstaculicé mi Whatsapp, los estafadores agarraron otro número de teléfono, el 1136448274, le pusieron mi foto y con mis contactos en su poder empezaron a mandar mensajes diciéndoles que yo había cambiado de número y que necesitaba plata urgente.
Cuatro amigos y parientes míos, muy inteligentes pero compadecidos de mi supuesta necesidad, cayeron en la trampa. Dos que recibieron mensajes desde mi número y dos desde el supuestamente nuevo. Giraron en total $ 243.000: uno, 100.000; el segundo, 75.000; el tercero, 43.000 y un cuarto, 25.000. Mandaron la plata y recién después me llamaron para chequear: a las 13.51, a las 14.18, a las 15.19 y a las 15.23. Se sentían unos tontos por haber caído, pero yo les agradezco el gesto solidario y comprendo que uno a veces actúa así bajo presión.
También algunos me criticaron: “Vos les entregaste el código de Whatsapp cuando te llamaron”. Pero no fue así. Después, la Policía de la Ciudad me explicó cómo hacen los delincuentes:
Después recibí varias recomendaciones de la Policía y de Whatspp para evitar estas estafas. A ellas agrego otra mía:
Más allá de los cuatro estafados, muchos más siguieron recibiendo mensajes supuestamente míos a las 16, a las 17, a las 18, a las 19. A través de mi operador telefónico se bloqueó el número que se hacía pasar por mí, pero podían seguir usándolo con Wifi para mandar mensajes de Whatsapp. Debió intervenir esta empresa otra vez para cancelarles la cuenta. Pero los delincuentes la siguieron: abrieron otra cuenta de Whatsapp con mi foto y el teléfono 11 69678512, con la que continúan intentan continuar con la estafa hasta hoy.
También fue una tarde de llamadas para hacer denuncias, no sólo a la Policía, sino ante los bancos, tanto los emisores como los receptores de los giros. El tema es que los delincuentes son rápidos. Apenas reciben la transferencia, la envían a otras entidades y a su vez a una cuarta hasta que retiran el efectivo. Las autoridades deberán seguir las pistas de este dinero para encontrar a los culpables. Para empezar están las personas que recibieron el dinero en sus cuentas, pero suelen ser “prestanombres”, individuos a los que les pagan para abrir una cuenta y permitir estas estafas a cambio de una propina, pero no son los cabecillas del engaño.
Tres amigos le transfirieron plata a un tal Matías Nicolás Marchionni, DNI 44.789.205, con cuenta en Brubank. El otro la mandó a Fernanda Agustina Sosa, DNI 38.938.692, clienta de Ualá. De aquí, los estafadores la giraron a Mercado Pago y luego a Naranja X. Otros contactos míos recibieron pedidos para enviar dinero a otras personas: Cristian Ezequiel, DNI 40.937.050; Brenda Oviedo; Malvina Soledad Eva Acevedo, DNI 29.488.723, con cuenta en Ualá; y Emanuel David Luna, DNI 43.457.722, cliente de Mercado Pago.
Ayer y hoy seguí advirtiendo a mis contactos y seguidores sobre la estafa. “No les hubiese dado plata a esos estafadores. Tampoco somos tan amigos para que me llame Alejandro Rebossio y le mande plata”, dijo uno y largó una carcajada.
El Diario Ar
Publicado en lanuevacomuna.com