El hartazgo social, ante políticas de retroceso y falta de acción, puede llevar a que representantes de ultra derecha avasallante tomen el poder.
Últimamente, los políticos marginales que predican ideas de extrema derecha logran llegar rápidamente a los escenarios de debate e, incluso, al poder.
El analista de opinión pública Federico Aurelio vaticinó que se podría tener un triple empate en la primera vuelta de octubre. Es decir, Juntos por el Cambio, el Frente de Todos y los libertarios de Milei sacarían en esa primera vuelta porcentajes más o menos parecidos (que algunos calculan entre el 25 y el 29 por ciento de los votos). Si esto ocurre, Milei quedaría a un paso de entrar en la segunda vuelta de noviembre, que establecerá quién será el futuro presidente del país.
La abrupta aparición de Milei abrió un debate dentro de Juntos por el Cambio. Hay quienes prefieren advertirle a la sociedad sobre los riesgo de elegir a un hombre de discursos exagerados, intentando llamar la atención de la gente común. Otros, en cambio, prefieren no herir esa relación porque suponen que JxC ganará la presidencia, pero que necesitará los votos parlamentarios de Milei para la aprobación de leyes esenciales. El Congreso se constituye con las elecciones de la primera vuelta electoral; la segunda vuelta es sólo para la presidencia de la Nación.
El dirigente del Movimiento Evita Fernando “Chino” Navarro, un cercano colaborador de Alberto Fernández, acaba de contar en público que ellos ruegan para que Milei saque muchos votos porque estos debilitarán a Juntos por el Cambio y permitiría la actual coalición gobernante continuar en el poder. Los encuestadores aseguran, en cambio, que Milei les saca votos a Juntos por el Cambio en las grandes ciudades, pero que en el conurbano bonaerense se está llevando a los jóvenes que votaban por el kirchnerismo. Es cierto, de todos modos, que la mayoría de los votos de Milei perjudica más a Juntos por el Cambio que al oficialismo.
Los dirigentes del viejo Cambiemos hicieron excelentes elecciones legislativas en 2021, pero luego se dedicaron a disputar quién sería el próximo presidente del país. Algo que a la sociedad no cayó bien. Milei viene a representar ahora el hartazgo social con toda la dirigencia política más que con una fracción de esa dirigencia.
Sin embargo, Javier Milei expresa también serios peligros para el sistema político que está a punto de cumplir 40 años desde su reinstauración. Para el dirigente libertario el mundo se divide entre blancos y negros; rechaza cualquier idea que pudiera haber en el medio y que abundan en la vida política. Solo hay para él amigos o enemigos. Estamos ante un populismo parecido al de Donald Trump. Algunos dirigentes de Juntos por el Cambio, como Patricia Bullrich, intentaron conversar con Milei sobre la posibilidad de una alianza, pero el dirigente libertario les contestó que tales negociaciones lo confundirían con “la casta” que él denuncia. Bullrich, con quien mantiene una cordial relación personal, se dio por vencida.
El líder del espacio político La Libertad Avanza no titubea en prometer actos exageradamente extremos como prender fuego al Banco Central si llegara a la presidencia. Algo completamente ilógico, tomemos como ejemplo a los Estados Unidos: si la Fed (el Banco Central norteamericano) no hubiera intervenido en la crisis financiera de 2008, en la parálisis económica que provocó la pandemia o en la reciente crisis producto del colapso del Silicon Valley Bank, el colapso económico hubiera sido inminente. Europa sin el Banco Central Europeo durante la crisis de Grecia hubiera entrado en una recesión descomunal. Sin embargo, estamos de acuerdo en que nuestro Banco Central necesita reformas. Pero una cosa es una propuesta como la que hace el diputado y economista Martín Tetaz, que prepara una ley para independizar al Banco Central del poder político de turno, y otra cosa es prenderle fuego a la entidad monetaria que tiene jerarquía constitucional.
Hay que sumar también el conflicto permanente que tiene Milei con la Constitución. Promete, por ejemplo, la dolarización de la economía sin tener en cuenta que está prometiendo una decisión inconstitucional. La Constitución establece la existencia de una entidad bancaria que emita y defienda la moneda nacional. Puede existir una economía bimonetaria, con libre circulación del dólar como ocurrió durante la convertibilidad, pero no una dolarización absoluta. Habrá que cambiar la Constitución, responde Milei. En una elección de constituyentes, las sociedades no votan por la Constitución que quieren, sino por el humor social del momento. Milei promete también que pasaría por arriba deel Congreso, si llegara a la presidencia, acudiendo al plebiscito. El plebiscito se puede ganar una vez, pero no todas las veces, porque también en esa clase de elecciones la gente vota por cosas que nada tienen que ver con la convocatoria.
Otro conflicto para Milei son los periodistas. Ya les inició juicio a cinco (Pablo Duggan, de C5N, Débora Plager, de LN+, Fabián Doman y Paulo Vilouta) porque lo criticaron luego de que dijera que “los libertarios somos superiores moral y estéticamente”. Es mejor no hablar de superioridad, ni moral ni estética ni de raza. Son conceptos agresivos, obsoletos y racistas que no expresan ni siquiera la superioridad intelectual del que habla. Acaba de enojarse con la periodista Jésica Bossi, de TN, porque esta le preguntó si estaba de acuerdo con un spot de campaña del candidato a gobernador de Tucumán de su espacio, Ricardo Bussi, hijo del exdictador tucumano Antonio Domingo Bussi. Bussi hijo promete ahora que decretará la libre portación de armas en su provincia y que la gente común podrá matar a los delincuentes. La justicia por mano propia es la destrucción del Estado de Derecho, pero Milei acusó a los gritos a Jésica Bossi de estar del lado de los delincuentes cuando la periodista solo había hecho una pregunta. Eso es discurso de Milei. O se puede matar a delincuentes o se está con los delincuentes.
El economista Juan Carlos de Pablo defendió a Milei: “Cálmense. No será presidente y será mucho más previsible después de las elecciones”. Sin embargo, la historia reciente de la política argentina está cargada de casos de dirigentes que parecían desquiciados y que, al final, fueron desquiciados cuando llegaron al poder. Es mejor señalar lo que está mal cuando está mal, antes de que ya la oportunidad se haya perdido.
La Noticia Web
Publicado en lanuevacomuna.com