Un nuevo capítulo de control empresarial en el gobierno. El grupo Techint ya tiene su ministerio y va por todo.
El avance implacable de la oligarquía empresarial, esa misma que históricamente ha buscado socavar los derechos de los trabajadores y desfinanciar al país llevando sus ganancias al exterior, ha dado un nuevo giro con la llegada de uno de sus principales exponentes al gobierno de Javier Milei.
Julio Cordero, uno de los cerebros detrás de las estrategias legales de la Unión Industrial Argentina (UIA), ahora se desempeña oficialmente en la Secretaría de Trabajo, marcando así un peligroso capítulo en el control de los espacios de poder por parte de la casta empresarial.
Reforma laboral a expensas de los laburantes
Bajo el pretexto de una supuesta reforma necesaria, el Grupo Techint, liderado por Paolo Rocca, ha aplicado un plan de ajuste en sus compañías que no solo ha recrudecido la conflictividad sindical en el sector, sino que ha profundizado las desigualdades y precarizado las condiciones laborales de los trabajadores.
El conflicto no se hace esperar. La Unión Obrera Metalúrgica (UOM), liderada por Abel Furlán, ha convocado a una huelga general de tres días en protesta por la falta de actualización salarial en un sector que, en su mayoría, responde a los intereses desmedidos del Grupo Techint. Este descontento se suma a un clima de tensión ya existente debido a las prácticas abusivas y la falta de consideración hacia los derechos fundamentales de los trabajadores.

Estrategias de Dilatación y Control
Desde la posición dominante en el sector, el Grupo Techint impone una reforma laboral de facto en complicidad con el gobierno, representada por figuras como Cordero, Miguel Ángel Ponte y Ernesto Rona. Estos «asesores legales» operan para prolongar las negociaciones salariales y evitar cualquier acuerdo que beneficie a los trabajadores, mientras que las empresas otorgan adelantos de sueldo como un intento de mantener el control sobre la situación.
Altas rentabilidades
Mientras tanto, Paolo Rocca y sus aliados justifican estas medidas como necesarias para mantener la estabilidad económica del país, pero la realidad es otra. A pesar de las altas rentabilidades registradas por las empresas del Grupo Techint, los costos salariales se desploman y los precios de los productos aumentan desproporcionadamente, agravando aún más la situación de los trabajadores.
Es evidente que la casta empresarial, en su afán por maximizar sus ganancias a expensas de la clase trabajadora, no vacilará en avanzar todo lo que pueda.
¿Habrá resistencia contra el avance empresarial? Se verá seguramente por estos días.