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EN NECOCHEA

Los “tiempos dorados” en los que Necochea contó con cinco cines

El esplendor del cine en Necochea, cuando llegó a tener cinco salas funcionando simultáneamente, fue tema de análisis en la columna semanal basada en el archivo de Ecos Diarios, dentro del programa radial “Desde temprano” de Ecos Radio.

Se recordó que el primer “templo” —entre comillas— del conjunto de cines necochenses fue el Cine Teatro París, inaugurado el 14 de julio de 1931. Ubicado en la avenida 59, entre 62 y 64, dentro del edificio de la Sociedad Francesa de Socorros Mutuos, este lugar se convirtió en un verdadero ícono cultural de la ciudad.

En cuanto a su función cinematográfica, el París operó durante años y tuvo su auge en las décadas del 60, 70 y parte del 80, ofreciendo las clásicas matinées dominicales con tres películas infantiles. Los niños ingresaban a la sala a las 14:30 y salían al caer la tarde.

El kiosco lindero, manejado por “Luchín” Bonaura y su hijo Roberto, era el punto obligado para abastecerse de golosinas antes de cada función.

El Atlantic, la segunda sala
Once años después, en 1942, Necochea sumó su segundo cine en pleno centro: el Atlantic. Funcionaba en la sede de la Sociedad Española, sobre la calle 62, entre 59 y 61, donde actualmente se encuentra una conocida cadena de artículos deportivos.

La explosión del cine en los 50
El entusiasmo por el cine, que aún no tenía la competencia de la televisión (recién llegada a principios de los 60), hizo que en la década del 50 se viviera un verdadero auge, con la apertura de tres nuevas salas, dos de ellas en la Villa Díaz Vélez.

El tercer gran espacio cinematográfico de la ciudad fue el Gran Sud, una imponente sala inaugurada el 7 de julio de 1951 en la calle 64, entre 57 y 59. La iniciativa estuvo a cargo de los empresarios Dositeo Fernández y Ramón Boga, quienes, tras veranear en Necochea y conocer la idiosincrasia local, decidieron invertir en la construcción de un cine.

La inauguración del Gran Sud fue un acontecimiento trascendental. La sala tenía capacidad para 1.600 personas, y la primera película proyectada fue “Cosas de mujeres”, protagonizada por Zully Moreno y Ángel Magaña.

En aquellos años, con el París, el Atlantic y el Gran Sud operando a pleno, el movimiento en el centro era incesante. Las funciones de cine incentivaban el consumo en confiterías, pizzerías, kioscos y taxis, generando una gran actividad económica.

El Gran Sud cerró en los años 90 y primero fue convertido en sala de bingo. Posteriormente, quedó en estado de abandono hasta ser subastado en un remate judicial. Actualmente, el edificio está siendo reacondicionado con un nuevo propósito comercial.

Expansión a la Villa Balnearia
Un año después de la inauguración del Gran Sud, falleció Dositeo Fernández, y su hijo Roberto “Tito” Fernández, con solo 19 años, asumió el liderazgo de la empresa familiar.

Siguiendo el espíritu emprendedor de su padre, “Tito” Fernández impulsó la construcción de otra moderna sala, esta vez en la Villa balnearia. Así nació el Cine Gran Ocean, ubicado en la calle 83, entre 6 y 8, inaugurado el 8 de enero de 1957.

En 1958 abrió sus puertas el Cine Gran Playa, situado en la calle 85, entre 2 y 4, donde hoy funciona un bazar. Este cine fue parte de la empresa de Alfredo Sanz, que también poseía el París y el Atlantic, los cuales luego pasaron a manos de la firma “Fernández Boga S.A.”, sumándose el socio Juan José Valdettaro.

Con la llegada de las videocaseteras y, en tiempos más recientes, las plataformas de streaming, la oferta cinematográfica se redujo drásticamente. Hoy en día, el único complejo en funcionamiento es el Ocean, gestionado desde 1994 por la firma de Pedro Acosta.

Recuerdos y anécdotas
En el tramo final de la charla en “Desde temprano”, se evocaron diversas anécdotas. En épocas de dictaduras militares, algunas películas eran catalogadas como “prohibidas para menores de 18 años”, por lo que se exigía la presentación del DNI en la boletería.

Dentro de ese contexto, los filmes de Isabel “Coca” Sarli despertaban gran curiosidad, y muchos jóvenes intentaban ingresar a las funciones pese a no contar con la edad permitida.

A lo largo de los años, también hubo proyecciones en otros espacios, aunque con menor capacidad y duración. En la década del 40, por ejemplo, existió el Cine Quequén en la sede del Club Ministerio. También la empresa Cinematográfica Necochea sumó nuevas salas a su cadena, como el Auditórium Casino, las de la Galería de los Teatros (en 85 entre 2 y 4), el Piso de Deportes del Club Rivadavia y el Teatro Plaza, entre otros.

Incluso en tiempos más recientes, se han proyectado películas en la sala del complejo Toledo, ubicado en 58 y 75.

Pese a todos los cambios tecnológicos, el cine sigue siendo una opción de esparcimiento para muchos, incluidos quienes viajan desde el interior del distrito los fines de semana con el propósito de disfrutar de una función.

Más allá de las películas, el cine ha sido el escenario de innumerables momentos memorables, tanto en familia como entre amigos. Para muchos, fue el sitio donde dieron su primer beso, aprovechando la penumbra de la sala.

Por último, se destacó la labor de los acomodadores, quienes recorrían las filas con su linterna, atentos a cualquier alteración del orden, desde gritos desmedidos hasta el repiqueteo de los zapatos sobre los pisos de parquet. En el caso de las extensas matinées del Cine París, no era raro que la proyección se interrumpiera momentáneamente hasta que la sala recobrara la calma.

Con información de Ecos Diarios

Publicado en lanuevacomuna.com

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