A pesar del impulso que el oficialismo intenta dar a la llamada «batalla cultural» para consolidar su base más fiel, la realidad económica se impone como la principal preocupación de la ciudadanía y arrastra consigo la percepción pública del gobierno de Javier Milei, que volvió a caer en abril. Aunque los porcentajes varían según la encuestadora, el diagnóstico es consistente: desde principios de año, el respaldo social al Gobierno viene en retroceso. Ni siquiera el reciente entendimiento con el FMI, que fue presentado por el Ejecutivo con euforia, logra revertir esa tendencia. Para muchos argentinos, estos acuerdos remiten a experiencias previas cargadas de promesas y malos desenlaces.
Los analistas coinciden en que la curva descendente en la imagen presidencial comenzó en enero, coincidiendo con su participación en la asunción de Donald Trump y en el Foro de Davos, donde Milei replicó ideas propias de sectores de ultraderecha, incluyendo afirmaciones controvertidas como vincular a homosexuales con la pedofilia. Un relevamiento conjunto de las consultoras Alaska y Trespuntozero reveló esta semana que apenas un 3,2% de los encuestados prioriza la «batalla cultural», mientras que un 55,1% opina que el Ejecutivo debería concentrarse en resolver los problemas económicos. Otro 40,6% —en su mayoría votantes de Milei en la primera vuelta de 2023— cree que se puede atender a ambas cuestiones.
Una investigación de Pulso Research, finalizada la semana pasada, confirmó la caída: la aprobación de la gestión nacional bajó al 42,2%, mientras que las opiniones negativas subieron al 51,4%. Desde enero, los juicios desfavorables aumentaron un 11,3%, y los positivos retrocedieron un 9,5%. Según esta encuestadora, es el peor balance desde el inicio del mandato.
Un dato significativo es que la caída en la imagen positiva fue más pronunciada entre quienes votaron directamente a Milei que entre los que lo hicieron por Patricia Bullrich, hoy parte del gabinete. En el primer grupo, el apoyo se redujo de 90,1% en febrero a 81,4% en abril —una baja de 8,7%—, mientras que entre los bullrichistas el descenso fue de 72,5% a 66,3%, es decir, 6,2%. Esto podría explicarse por el desencanto de sectores populares jóvenes, clave en el voto mileísta, que no ven mejoras en sus ingresos ni en la economía cotidiana.
Aun así, hay un 37,8% que sigue respaldando el rumbo del Gobierno. Pero un 49,6% ya considera que la gestión está tomando un camino equivocado. El dato oficial de pobreza no despierta confianza: un 53,7% afirma que, en su experiencia, la pobreza ha aumentado durante este año y medio de gobierno. Solo un 15% cree que disminuyó, mientras que un 24,7% piensa que no hubo cambios.
El Fondo Monetario Internacional arrastra una imagen negativa en el país, y este nuevo acuerdo no fue la excepción, a pesar del entusiasmo del oficialismo. Para el 46,5% de los encuestados se trató de una noticia negativa, y solo un 30,6% lo vio con buenos ojos.
En este clima, son cada vez más los que dudan de la capacidad de Milei para encarrilar la economía. Aunque el Presidente insiste en que está haciendo historia y hasta ha dicho que merece el Nobel por su gestión, los datos dicen otra cosa: un 48,3% cree que no tiene las herramientas necesarias para resolver los problemas económicos; un 29,4% piensa que tiene el conocimiento pero necesita más tiempo, y apenas un 14,6% considera que está preparado para mejorar la situación. La inflación de los próximos meses será clave para definir si conserva ese crédito que aún le queda.
La Nueva Comuna