La historia negra de Cafiero y la dictadura en Mendoza
Antonio Cafiero es quien trajo y nombró al frente de la policía al tristemente célebre brigadier Julio César Santuccione.
por MDZ Política
El 29 de octubre de 1974, dos meses después de haber sido designado interventor federal en Mendoza por Isabel Perón, Antonio Cafiero trajo a la provincia y lo puso al frente de la policía a un hombre de la Fuerza Aérea, el brigadier Julio César Santuccione.
Según el portal Juicios Mendoza, Santuccione se desempeñó como Jefe de Policía de la provincia de Mendoza desde el 29 de octubre de 1974 hasta el 20 de diciembre de 1976.
«Este personaje, que llegó a Mendoza de la mano del interventor Antonio Cafiero, estuvo procesado por el secuestro y desaparición de por lo menos 20 personas, y por el funcionamiento de los Centros Clandestinos de Detención Comisaría 7 de Godoy Cruz, D-2 Mendoza y comisaría 25 de Guaymallén. También fue, durante la dictadura, secretario del Tribunal de Disciplina de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y luego de su paso por Mendoza estuvo en la Subzona 16 de la Primera Brigada Aérea, que abarcaba Merlo, Moreno y Morón (e incluía entonces Hurlingham e Ituzaingó), donde la Fuerza Aérea comandó la represión ilegal auxiliada por la policía bonaerense. Fue Jefe de la Plana Mayor de la Fuerza de Tareas 100 de la que dependían varios centros clandestinos, entre los que se encuentra la Mansión Seré y el Palomar, desde donde se realizaron vuelos de la muerte», publicó ese portal.
Los atentados en Mendoza comenzaron antes de la llegada de Santuccione. En abril de 1973, el gobernador electo Alberto Martínez Baca, sufrió un atentado con bomba, que se autoadjudicó la Juventud Peronista Auténtica. A través de un comunicado anunciaba que era “un llamado de atención a Martínez Baca porque su gestión estaría inducida por elementos del comunismo internacional” y que el atentado se realizaba “en defensa del peronismo auténtico y nacional”. En octubre de ese año, el Comando de Operaciones Anticomunistas José Rucci realizó dos atentados. Uno -nuevamente- contra Martínez Baca y el otro contra Enrique Dussel. En este último atentado, fueron dejados panfletos en los que se lo acusaba de “apátrida y de envenenar las conciencias de la juventud con la inmunda doctrina marxista”. Al final del volante declaraban: “Su sangre los alcanzará a todos”.