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La fiebre por las imágenes estilo Studio Ghibli de ChatGPT está dejando una huella ambiental preocupante

Transformar una simple selfie en una ilustración con el inconfundible estilo de Studio Ghibli se ha convertido en la última gran tendencia en redes sociales. Gracias a herramientas de inteligencia artificial como ChatGPT, millones de usuarios han generado imágenes que parecen extraídas directamente de películas icónicas como Mi vecino Totoro o El viaje de Chihiro. Sin embargo, detrás de esta fascinación viral, se esconde un costo ambiental del que pocos son conscientes.

En apenas cinco días, la producción masiva de estas imágenes consumió más de 216 millones de litros de agua, una cantidad suficiente para abastecer a una ciudad pequeña durante un mes. ¿A qué se debe este impacto? La respuesta está en los centros de datos que procesan estas imágenes, gigantescas instalaciones que requieren cantidades descomunales de energía y agua para su funcionamiento.

Cada vez que se genera una imagen con IA, la solicitud es procesada por servidores en centros de datos especializados. Estos servidores utilizan potentes unidades de procesamiento gráfico (GPU), que generan un calor extremo durante el cálculo. Para evitar el sobrecalentamiento, los centros de datos emplean sofisticados sistemas de refrigeración, muchos de los cuales dependen del agua como recurso clave.

Según estimaciones recientes, cada imagen con estilo Ghibli puede requerir hasta 3,45 litros de agua solo para mantener la temperatura de los servidores bajo control. Esto se debe a que gran parte del agua utilizada se evapora durante el proceso de enfriamiento, mientras que el resto se recircula para su reutilización.

Un alto costo energético y de emisiones
Además del consumo de agua, la cantidad de energía requerida para estas creaciones también es alarmante. Generar 1.000 imágenes mediante IA consume aproximadamente 2,9 kWh de electricidad, el equivalente a cargar un teléfono móvil 132 veces. Esta demanda energética también contribuye a la emisión de carbono: por ejemplo, modelos avanzados como Stable Diffusion XL pueden generar hasta 1.594 gramos de CO₂ por cada 1.000 imágenes producidas.

Para ponerlo en perspectiva, los centros de datos ya representan entre el 1% y el 1,5% del consumo eléctrico global. En lugares como Arizona o Utah, donde la presencia de estas infraestructuras es significativa, la dependencia del agua para la refrigeración se convierte en un problema crítico, especialmente en zonas propensas a la sequía. Algunos centros de datos pueden llegar a utilizar decenas de millones de litros de agua al año, agravando aún más esta crisis.

¿Por qué estas imágenes se hicieron tan populares?
Es innegable que el estilo Ghibli despierta una fuerte nostalgia en muchos usuarios. La combinación de un diseño visual encantador con una calidad sorprendente ha impulsado a millones de personas a transformar sus fotos en auténticas escenas de animación. A diferencia de otros filtros generados por IA, estas imágenes destacan por su fidelidad al estilo del legendario estudio japonés.

El fenómeno no solo llevó a los usuarios a compartir sus creaciones en redes sociales, sino que muchos experimentaron con diferentes variaciones para afinar detalles y explorar distintos estilos artísticos. En menos de una semana, esta tendencia produjo aproximadamente 200 millones de imágenes en todo el mundo, desatando un desafío inesperado para OpenAI.

“Nuestras GPU se están derritiendo”, admitió Sam Altman, CEO de OpenAI, al referirse al colosal volumen de solicitudes para generar imágenes. Según medios como The Verge, la demanda superó incluso las expectativas de la compañía, forzándolos a tomar medidas para evitar el colapso del sistema.

OpenAI responde con restricciones
Ante la abrumadora cantidad de solicitudes, OpenAI se vio obligada a limitar el acceso a la generación de imágenes para los usuarios gratuitos y reducir el número de creaciones permitidas por día. Esta decisión, aunque impopular, era necesaria para mantener el equilibrio en sus servidores y evitar interrupciones en el servicio.

Además, la empresa también enfrenta cuestionamientos legales relacionados con los derechos de autor. El problema radica en que el creador del estilo Ghibli sigue con vida, y el uso de IA para replicar su estética podría cruzar la delgada línea entre la inspiración y la copia.

“Hemos añadido una restricción que se activa cuando un usuario intenta generar una imagen basada en el estilo de un artista vivo”, confirmó OpenAI tras recibir numerosas quejas de usuarios que no podían acceder a la función. No obstante, en muchos casos, la limitación no parece aplicarse de manera consistente.

El impacto medioambiental de la inteligencia artificial es un tema que no puede ser ignorado. No se trata de dejar de utilizar estas herramientas, sino de encontrar un uso más moderado y consciente. Porque, aunque las imágenes estilo Ghibli son irresistibles, el costo ambiental que implican es demasiado alto como para pasarlo por alto.

La Nueva Comuna

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