Según un informe, la tasa de criminalidad disminuyó, mientras que la población encarcelada se acrecentó en los últimos años
«La inseguridad está cada vez peor»; «nos están matando; «cuando salimos de casa no sabemos si vamos a volver; «tu vida no vale nada, te matan por una zapatilla o un celular»; «en este país nadie va preso por nada; «los delincuentes entran por una puerta y salen por la otra; «los menores te matan y al otro día salen libres porque no son imputables; «hay que bajar la edad de imputabilidad; «debido al narcotráfico te matan por nada: ya estamos como Colombia o México; «nadie hace nada, ¿dónde está la “década ganada” y la inclusión si hay cada vez más inseguridad? Es por eso que la gente que puede se va a vivir a Uruguay o Brasil».
¿”Sensación de inseguridad»? La verdadera criminalidad en Argentina.
Cualquier opinión, análisis o comentario sobre el indefinido, impreciso fenómeno que denominamos “inseguridad” suele estar teñido del tinte político de quien lo enuncie. Esto ocurre tanto en los medios de difusión como en las charlas de café o en los hogares. Como el interés de los medios no suele ser indagar en la realidad sino trabajar o servirse de lo que se dice de ella, en sus informes sobre la inseguridad no se suelen dar cifras serias, concretas, certeras sobre el tema sino que se esgrimen datos parciales, sin contexto y con el sólo propósito de dar brillo, color o contundencia a la noticia, y no certeza o precisión en la exposición del fenómeno. Y esto se potencia si quien lo hace es un político o periodista , ya sea oficialista u opositor.
Pero sólo el conocimiento de las cifras auténticas de crímenes y sus particularidades nos dará la posibilidad de conocer la verdadera criminalidad (según la Real Academia Española: número proporcional de crímenes) existente en nuestro país, para analizar luego las posibles medidas para reducirla.
Hablamos de criminalidad porque la inseguridad es una sensación subjetiva, imposible de mensurar objetivamente con cifras. En cambio, la criminalidad es un dato fáctico que surge de la cantidad de delitos cometidos y se mensura tomando los homicidios efectivamente cometidos en una sociedad determinada.
En los estudios especializados sobre criminalidad se suele tomar como índice confiable la cantidad de homicidios dolosos (intencionales) por cada 100.000 habitantes, ya que se trata de un delito que no puede ocultarse o pasar desapercibido y su conocimiento no depende de que sea denunciado ante la autoridad policial, porque la mera existencia de una persona asesinada engrosa las estadísticas de la justicia.
¿Cuán segura o insegura es Argentina en el concierto mundial?
Según la oficina específica de las Naciones Unidas, la situación de nuestro país en materia de criminalidad (tasa de homicidios por año) es la siguiente:
Nuestro país está bastante bien posicionado en esta tabla de criminalidad en el mundo, con una tasa de 5,5 homicidios por cada 100.000 habitantes por año; no tan bien como algunos países europeos (con tasas de alrededor de 1,5) o Cuba (5,0) y EE.UU. (4,7), pero mejor que Uruguay (5,9) y mucho mejor que Brasil, cuya tasa es cuatro veces peor (21,8) que Argentina.
Pero ¿qué significa esta comparación? Significa que las posibilidades de ser asesinado son similares en estos países y en el nuestro; salvo en Brasil, donde son 4 veces mayores que en Argentina. Paradójicamente, estos mismos son algunos de los países donde los argentinos preferimos vacacionar sin sentirnos inseguros.
Para tener un panorama más global, veamos este mapa que grafica con la intensidad del color rojo las diferentes tasas de homicidios en todo el mundo (más oscuro significa más inseguro):
¿La inseguridad en Argentina está cada vez peor?
Basados en los datos de la ONU, la evolución de la tasa de homicidios en Argentina en la década 1990-1999 es la siguiente:
Mientras que en los años 1990 a 1994 la tasa descendía de 4,5 a 3,9, fruto de un recomposición económica y un alivio social post hiperinflaciones (1989-1990), a partir de 1995 la criminalidad se espiraliza hasta llegar al pico de 9,15 en 1997. Aunque merma un poco en 1998 y 1999, siguen siendo las tasas más altas de la historia (hasta llegar al 9,2 en 2002 -como veremos- posterior a la debacle económica y social que todos conocemos).
Este fenómeno ratifica el peso enorme que los índices de desocupación, pobreza, indigencia y desigualdad ejercen en los de la criminalidad o inseguridad ciudadana.
La evolución de la tasa de homicidios en Argentina en la década 2000-2009 es la siguiente:
Vemos aquí un fuerte descenso desde el pico histórico de 9,2 en 2002 hasta el 5,5 de 2009, cifra que se mantiene hasta hoy. Es evidente que las políticas de inclusión económica, el descenso de la desocupación, la pobreza, la indigencia y la desigualdad, junto con las demás políticas sociales han mejorado los índices de seguridad.
Pero para poner a prueba esta explicación, observemos qué se aprecia si contrastamos la evolución de estos datos en ambas décadas con la evolución de las tasas de desocupación y pobreza en esos mismos años, la que se muestra en los gráficos siguientes:
Se puede ver así la estrecha relación que existe entre el deterioro económico-social y aumento de la desigualdad, y el aumento de la criminalidad en la década de los noventa; y, a su vez, se verifica también la estrecha relación entre la recuperación económico-social y el descenso de la criminalidad en la primera década de este siglo.
¿Nadie va preso en Argentina? ¿Los delincuentes entran por una puerta y salen por la otra?Para verificar ambas afirmaciones, repasemos los números de la misma Organización de las Naciones Unidas sobre la evolución de la población carcelaria en Argentina:
Contrariamente a lo que se sospecha, las cárceles están cada vez más llenas de presos. La población carcelaria pasó de 37.885 convictos en 2000 a 59.227 en 2010, casi duplicándose en diez años, lo que no concuerda con la evolución de la población argentina. Este dato muestra que no parece que muchos salgan por la otra puerta como se suele afirmar, por lo menos no sin pasar algunos años encarcelados. Además, si vemos el porcentaje de detenidos que son inocentes, es decir que están procesados y no tienen condena firme, veremos que no es tan gratuita la vida al borde del delito, más aún si lo comparamos con los demás países del continente.
Los datos sobre personas detenidas sin condena, como porcentaje del total de la población carcelaria, son, por país:
Es decir que más de la mitad de los presos son ciudadanos inocentes que esperan una sentencia (culpable o inocente). Y si abrimos el espectro histórico, veremos que las cárceles incrementaron visiblemente su población, como se ve en este gráfico:
La curva de población carcelaria no sigue el descenso de la tasa de homicidios de la década pasada, por lo que afirmar que “nadie va preso” en estos años por un excesivo “garantismo”, no parece tener mucho fundamento.
Los medios de difusión, en su afán de difundir preferentemente las noticias trágicas y policiales, no diferencian qué tipos de homicidios están relacionados con la llamada «inseguridad» ciudadana (en ocasión de robo) y qué tipos no (homicidios entre familiares o conocidos, en riña, etc.). Tampoco se le da la importancia que tienen otros tipos de muertes que afectan a los ciudadanos, como los derivados de accidentes de tránsito. Porque si hablamos de muertes involuntarias, de acuerdo a las cifras con que contamos hoy, si comparamos las muertes en C.A.B.A. ocasionadas por robo (según la Corte Suprema de Justicia) con las producidas debido a accidentes de tránsito (según la ONG Luchemos por la Vida) veremos que en estos últimos tres años los datos son los siguientes:
Año 2010
En ocasión de robo: 47 muertos
Por accidente de tránsito: 159 muertos
En ocasión de robo: 28 muertos
Por accidente de tránsito: 141 muertos
Año 2012
En ocasión de robo: 23 muertos
Por accidente de tránsito: 98 muertos
Los muertos por accidentes de tránsito son entre 3 y 5 veces más que los ocasionados por robos. Parece que allí estaría el terreno fértil sobre el que podemos trabajar más para reducir la inseguridad física, reducir la sensación de que al salir de casa no sabemos si vamos a volver vivos.
Además, como sabemos, no se verifica en la percepción de la población el descenso de la tasa de homicidios (o si se quiere de inseguridad) debido a que es muy difícil que la gente lo perciba y, a su vez, porque los medios no lo reflejan: al contrario, siguen acicateando con el tema de la «inseguridad» y, para peor, sin diferenciar las muertes de acuerdo a la causa de las mismas, manteniendo así el tema candente en la preocupación ciudadana.
La muerte en ocasión de robo aparece cuarta en la lista de causas de homicidio. En primer lugar se ubican los accidentes de tránsito; en segundo, el suicidio; en tercero, los homicidios dolosos -que en su mayoría se trata de episodios protagonizados por familiares o conocidos-, y luego, los asesinatos entre desconocidos.