En las playas de Centinela del Mar suelen aparecer con frecuencia restos de tiempos muy antiguos, desde fósiles de la megafauna sudamericana hasta porcelanas inglesas de la fábrica Spode, pero ahora un nuevo hallazgo sorprendió a los expertos en arqueología marina.
Se trata de una serie de al menos 14 cuchillos con cabo de hueso decorados con patrones geométricos que pertenecieron a la tripulación de un navío inglés naufragado en las costas del despojado balneario del sur bonaerense, de acuerdo con el trabajo del investigador marplatense Walter Puebla.
Puebla, quien confió la primicia del hallazgo a LA NACIÓN, consultó con arqueólogos británicos y argentinos durante ocho meses para determinar no solo la procedencia de estos pecios hasta ahora desconocidos sino también la fecha estimada en que llegaron a las playas argentinas, cuando todavía ni siquiera existía el Virreinato del Río de la Plata.
Según le confirmaron al investigador en el Museo Británico, estos cabos son idénticos a los que se encuentran catalogados en el Programa de Antigüedades Portátiles de esa institución: los cuchillos pertenecen al período postmedieval, están datados en fechas que van desde los años 1500 hasta el 1700 de nuestra era, y son de manufactura inglesa.
“Los pecios tienen la particularidad de estar elaborados con hueso y poseen un tallado a mano realizado por una manufacturación que se utilizaba en esa época”, cuenta Puebla, quien donó uno de estos cabos al Museo de Miramar y suele colaborar también con el Museo de Mar Chiquita.
“Su diseño consiste en un centro con espacios simultáneos de tres líneas horizontales y en los laterales un estilo de ‘escotilla cruzada’, lo que ayudaba a mejorar el agarre en caso de manos mojadas”, agrega.
Puebla encontró dos cuchillos durante una recorrida por la playa luego de un temporal, en la desembocadura de uno de sus tres arroyos, y más tarde logró identificar otros doce cuchillos que habían sido encontrados por personas cercanas al lugar durante los últimos veinte años.
Lo curioso es que ninguna de las personas que los habían hallado sabía su procedencia, ni la época en que fueron fabricados y mucho menos su utilidad, ya que después de 400 años en el mar los cuchillos habían perdido completamente su hoja de hierro.
Cuchillos ingleses fosilizados en el mar argentino
“Dado el tiempo transcurrido, los cuchillos se encuentran fosilizados y bajo un microscopio se puede observar pequeñas incrustaciones de conchilla adherida”, detalló y continuó: “La mayoría tiene cuatro orificios que se posicionan en forma algo aleatoria. Dos eran para sujetar las hojas al mango y los demás unían las cachas de hueso”.
“Otros cuentan con cinco orificios y al clasificar su ubicación se suponía que eran pertenecientes a navajas, lo cual aún está en estudio. Las cachas estaban unidas por remaches de hierro”, subrayó.
El marplatense también trabajó con la colección particular de Carlos Canelo, un residente de Centinela del Mar quien administra la pulpería La Lagartija, que hace de almacén a la vez que de museo y de centro de interpretación de la cultura Tehuelche.
Pero su investigación dio un giro especial cuando todos los expertos británicos consultados confirmaron lo mismo: los restos pertenecen a cuchillos ingleses que eran empleados frecuentemente por la marinería de la época, aproximadamente por los años del 1600.
Así lo determinaron el doctor Kevin Leahy (asesor nacional de hallazgos del Museo Británico); Stuart Wyatt (del departamento de Arqueología en Londres); Gail Boyle (arqueóloga del Museo Bristol); Hazel Forsyth (curadora de antigüedades del museo de Londres); y Michael Lewis (jefe de esquema y tesoro del museo Británico), según detalló el mismo Puebla.
“En el museo de Londres tienen la serie más grande del país y varios ejemplares de esa colección tienen exactamente el mismo tallado y distribución de orificios que los hallados en Centinela del Mar”, confirmó Puebla a LA NACIÓN.
De acuerdo con Gavin MacGregor, investigador del departamento de Arqueología de la Universidad de Glasgow, este diseño de sombreado cruzado en los mangos se encuentra comúnmente en los cuchillos del período post medieval y “tiene un propósito tanto decorativo como funcional, porque mejora el agarre del mango”.
Exploradores, esclavistas y balleneros
“En esos tiempos el paso natural entre el Océano Atlántico y el Pacifico era a través del estrecho de Magallanes o el Cabo de los Hornos. Navegar por nuestra línea costera era un periplo peligroso, dado que no había muchas referencias náuticas”, contextualizó Puebla.
La propulsión de las embarcaciones era a vela y utilizaban cascos de madera. Si los sorprendía un temporal, podían colisionar con pronunciadas restingas o varar en bancos de arena. La nave que yace en Centinela del Mar podría ser un barco explorador o comerciante.
Probablemente nunca se sepa qué es lo que ocurrió con la tripulación, si pereció en el naufragio o logró llegar a la playa y trabar contacto con las culturas nativas de la época. “Cuando ocurrió el naufragio el área era casi inhóspita y solo era visitada por aborígenes en época de caza de lobos marinos”, contó el investigador.
En esos tiempos, la región estaba administrada por el Virreinato del Perú y era frecuente la llegada de sucesivas expediciones de Francia y Gran Bretaña interesadas en las tierras de la Patagonia. Esto motivó que España formara un nuevo virreinato (1776) para controlar mejor las costas, varias décadas después del naufragio en Centinela del Mar.
De acuerdo con información de la Cancillería Argentina toda “la región austral de América, con sus costas, mares e islas, quedó indiscutiblemente preservada bajo la soberanía española a través de los diversos tratados suscriptos en este período, como el tratado ´Americano´ de 1670 entre España e Inglaterra”.
Además de navíos de exploración, comerciantes o tratantes de esclavos, el buque naufragado en Centinela del Mar podría haber estado dedicado a la caza de ballenas. “Las primeras operaciones balleneras sudamericanas comienzan en 1602″, señala el antropólogo Daniel Quiroz, investigador de la Universidad de Chile, en su trabajo La caza de grandes cetáceos en las costas Sudamericanas (1602-1985). Y detalla que la única base ballenera del sud atlántico era la de la Real Compañía Marítima en Puerto Deseado. El resto de los barcos balleneros que incursionaron en nuestras costas eran estadounidenses o ingleses.
“A pesar de que pasaron cuatro siglos, estos restos de cubertería provenientes del barco continúan depositándose en la arena”, consignó Puebla y finalizó: “Centinela del Mar tiene un entorno muy natural y agreste; en sus playas han quedado almas de navegantes y en lo profundo, sus misterios”.
La Nación
Publicado en lanuevacomuna.com