Facebook no pudo o no ha querido frenar #fakenews y grupos de derecha hablando (y movilizando) en torno a discursos de supremacía blanca, machismo y de desprecio por el trabajador pero apretó un botón y borró por un día toda noticia de medios/periodistas en Australia. Lo realizó el miércoles pasado en una medida de censura inédita, pero sobre todo en una medida del tipo extorsiva a la que suelen apelar los poderes reales cuando iniciativas ciudadanas y/o gubernamentales cuestionan sus privilegios.
El país “canguro” plantea que tanto Facebook como Google deben pagarle un “cannon” a medios de comunicación, periodistas y editores por los contenidos que circulan y fortalecen sus plataformas. Esto se enmarca en iniciativas de distintos gobiernos para poner en regla a las grandes tecnológicas que están acostumbradas a vivir en un mundo cuasi paralelo al de la institucionalidad y los estados nacionales.
La reciente decisión de considerar a los choferes de UBER como parte de la empresa y reconocerles la “la relación de dependencia”, la movida para lograr que Amazon permita sindicalizar a sus trabajadores, los esquemas europeos tendientes a que las “big tech” paguen impuestos por sus ingresos publicitarios son algunos de los casos que explican la discusión y el momento que estamos viviendo.
Frente a esto Mark Zuckerberg encabeza una movida de las grandes tecnológicas contra estados y organizaciones que buscan algún nivel de regulación; la empresa ya hizo pública su estrategia: reunir fuerzas y apelar así como contraatacar todo intento de indicio de cuestionar sus prácticas. De hecho durante la semana se presentaron en la justicia para enfrentar al estado de Maryland (EEUU) que “simplemente” quiere cobrar los impuestos correspondientes por publicidad digital.
El presidente del Senado de Maryland, Bill Ferguson, un demócrata de Baltimore que patrocinó la legislación el año pasado, dijo que la demanda no fue una sorpresa. Pero dijo que era «decepcionante ver a estas compañías gastar millones en abogados de alto poder en lugar de pagar su parte justa».
«Durante dos décadas, estas compañías han crecido exponencialmente al aprovecharse de los privilegios de los estados, se beneficiaron de la agresiva recopilación no compensada de información personal y privada sobre los residentes de Maryland, y han sido jinetes libres de las inversiones de Maryland en nuestra infraestructura cívica», dijo Ferguson.
En el caso de Australia es de destacar que Google ya accedió y acordó con el gobierno australiano la “tasa” a pagar por contenidos de otros; es complejo pensar un Google sin noticias.
Ahora bien, la pelea final es sin duda por gravar fuertemente la publicidad, que representa el 98% de los ingresos de ambas empresas, entre ambas se quedan con un 60% (global) de la torta de pauta digital.
Nomás en Argentina, donde Facebook tiene a Febrero 2021 unos 31 millones de usuarios, el volumen de interacciones con anuncios es sumamente alto: unas 13 veces por mes cada usuario clickea en publicidades lo que da un total de unas 400 millones de interacciones cada mes en esa plataforma.
La discusión es que si ciudadanos con sus datos generan riquezas las mismas deben volver a ellos de la mano de Estados que regulen y cobren por rentas e ingresos de las empresas digitales. Cada me gusta, cada interacción, cada comentario, cada vínculo genera un mercado impresionante, un mercado segmentado por gustos, intereses y geolocalizaciones. El mercado perfecto que los mismo ciudadanos generan, donde luego las empresas publicitan como dardos hiperpersonalizados. Los ciudadanos claramente no están ganando nada con este proceso, mientras las grandes tecnológicas ya superan por ejemplo al PBI de Alemania.
Pero lejos de ser plataformas para “conocer personas” o “crear comunidades” son feroces empresas que disputan lo que se denomina “economía de la atención” donde el tiempo de navegación en un entorno es petróleo.
El razonamiento es el siguiente; si los ciudadanos están generando semejante volumen de riqueza es pertinente plantear que les debe volver algo y la modalidad para que esto sucede es más carga impositiva destinada a mejorar los ingresos, la salud y educación pública.
Es una de las peleas de la sociedad digital, y bien vale la pena darla.
El País Digital
Publicado en lanuevacomuna.com