El recorrido del proyecto de Petronas refleja las históricas limitaciones y errores repetidos en la narrativa económica del país.
A finales de agosto de 2022, se anunció la firma del primer memorándum de entendimiento. El 1 de septiembre, Cristina Kirchner lo describió como «la obra más importante» de la historia.
En el proceso de formalización con YPF, la petrolera malaya demandaba garantías, algo comprensible en un país con restricciones cambiarias e inestabilidad tributaria. Para ello, el gobierno anterior impulsó con fuerza el marco regulatorio del GNL. La llamada Ley Petronas, que obtuvo media sanción en Diputados, compartía varios puntos con el RIGI, como la libre disponibilidad de divisas, reducciones impositivas y resolución de conflictos en tribunales internacionales. Sin embargo, lo que diferenciaba a la Ley Petronas era la importancia asignada a la integración con proveedores locales y la magnitud de las concesiones.
En resumen, los beneficios económicos, impositivos y cambiarios eran similares a los del Decreto 929, conocido como Decreto Chevron, que fue clave para el desarrollo de Vaca Muerta.
La realidad es que la gestión de Massa finalizó sin lograr la aprobación de la ley, y con el cambio de gobierno, las negociaciones quedaron en pausa.
«Les prometimos una ley a los malayos, pero solo alcanzamos la media sanción en Diputados. Entonces fuimos con un decreto a medida y las cosas empezaron a destrabarse. Pero con el RIGI se volvió a empezar de cero», comentó un exfuncionario de la gestión kirchnerista.
Con la aprobación del RIGI y el visto bueno para el inversor, el proyecto continuó, pero surgió una disputa sobre la ubicación del puerto. «Fue un escándalo internacional. En el plan original entre YPF y Petronas, el puerto siempre fue Bahía Blanca. El cambio fue una decisión política en contra de la provincia de Buenos Aires», dijo una fuente consultada, que también señaló que «la decisión expuso a YPF en la causa por la estatización, donde los buitres demandan los activos de la petrolera».
Lo curioso es que, en medio del ruido político por la ubicación del puerto y las presiones sobre el RIGI, se pasó por alto un hecho clave: Petronas cambió su modalidad de financiamiento, como reveló este medio.
Petronas, una de las principales compañías públicas de hidrocarburos del mundo, compite de manera igualitaria con gigantes del sector como Shell. Se asumía que, una vez establecidos los marcos normativos, la empresa traería los dólares.
No fue así. En julio, Petronas decidió no aportar fondos. En su lugar, la petrolera malaya ofrecerá su experiencia en el desarrollo de GNL, lo cual representó un golpe para YPF. Sin embargo, Marín propuso obtener un préstamo de un grupo de bancos en conjunto con Petronas. No obstante, las relaciones de Argentina con los fondos internacionales siguen siendo débiles.
Una versión sobre la posible salida de Petronas fue publicada en Clarín. «Es posible que Petronas se retire, pero si eso sucede, hay otras opciones. La inversión continúa», comentó un alto funcionario de YPF al periodista Marcelo Bonelli, quien agregó: «En dos meses se definirán los inversores. Por ahora, Petronas tiene prioridad». Horacio Marín, presidente de YPF, está en negociaciones constantes para evitar un fracaso.
Marín declaró que, si Petronas no sigue, YPF continuará con el proyecto. «Es un proyecto que genera mucho interés y no depende exclusivamente de Petronas. Otras empresas pueden sumarse», aseguró en una entrevista con Luis Majul.
El gobernador de Río Negro, Weretilneck, también expresó su confianza en que la planta de GNL se realizará, independientemente de si Petronas sigue o no. «No tengo dudas de que la planta se hará. Es una discusión empresarial, comercial y financiera, pero el proyecto no está en riesgo», afirmó.
Sin embargo, los inversores tienen otra perspectiva. «El proyecto requiere mucho más que un régimen de incentivos. El financiamiento internacional depende del riesgo país y la estabilidad política, y Argentina todavía tiene muchas señales pendientes», comentó una fuente de Wall Street.
Otro analista ofreció una interpretación diferente sobre la salida de Petronas: «Hay un dato crucial que se pasa por alto: Argentina está alineada con Israel, y no hay país en el sudeste asiático más crítico de Israel que Malasia. ¿La política interna malaya no juega aquí?», sugirió.
En definitiva, el proyecto de GNL se ha ido desvaneciendo lentamente. Fuentes cercanas a Petronas han confirmado su sorpresa por los constantes cambios en la política argentina. «Negociaban con La Cámpora y, de repente, se encontraron con Techint», bromeó una fuente del sector.
Esta historia se asemeja mucho a la promesa incumplida de la mega inversión en hidrógeno líquido en Río Negro, que también fue anunciada por Alberto Fernández durante su mandato para intentar atraer a Weretilneck.
Parece que este proyecto también resultará en otra gran desilusión para el pueblo de Sierra Grande, que aún se recupera del cierre de la mina en los años 90. Río Negro ya sufrió la decepción de la anunciada inversión en hidrógeno verde en 2021 por parte de la empresa australiana Fortescue, que quedó en la nada.
Con información de La Política Online
Publicado en lanuevacomuna.com