Desde el cierre del domingo, entre los organizadores del G20 en Brasil circula una teoría sobre los planes de Donald Trump hacia América Latina: la posibilidad de que el republicano elija a la generala retirada Laura Richardson como responsable para la región. Richardson, exlíder del Comando Sur del Pentágono, es conocida por su postura crítica hacia la influencia de China en el continente.
Fuentes cercanas a Lula Da Silva señalan que Richardson mantiene una buena relación con el congresista de Florida Mario Díaz-Balart, un destacado republicano que estaría promoviendo su candidatura ante su aliado, Marco Rubio, quien ocupará el cargo de secretario de Estado en la próxima administración.
Richardson, una figura simbólica
La generala, que comenzó a pilotear helicópteros a los 16 años, se retiró este año, ocasión celebrada con una cena en Miami organizada por Díaz-Balart. Aunque aún no ha confirmado si estaría dispuesta a asumir el rol, su designación enviaría un claro mensaje hacia Beijing. Durante su etapa al frente del Comando Sur, Richardson alertó en varias ocasiones sobre el avance de China en América Latina y su interés en explotar recursos naturales estratégicos.
Además de su sintonía con Rubio respecto a la influencia china, Richardson comparte puntos de vista con el futuro secretario de Defensa, Pete Hegseth, quien ha sido un crítico recurrente de China desde su plataforma en Fox News.
Tensiones en el G20
La posibilidad de que Richardson ocupe este rol añade un elemento de tensión a la cumbre de Río, donde Xi Jinping se posiciona como la figura central. Su presencia ha atraído el interés de gobiernos de distintas orientaciones políticas que buscan alinearse con sus iniciativas regionales, desde Gustavo Petro hasta Javier Milei.
La eventual designación de Richardson subraya la intención de la administración Trump de reforzar su postura hacia China en la región, marcando un posible giro en la relación entre Washington y América Latina.
Con información de La Política Online
Publicado en lanuevacomuna.com