ACTUALIDAD, PUERTO QUEQUEN

EL UBC TILBURY PUDO SALIR DE LA VARADURA EN EL PUERTO Y DESTACAN LABOR DE LOS PRACTICOS LOCALES

La «hazaña» de los prácticos para sacar el buque del puerto

Realizando un gran trabajo, en un hecho atípico y sin precedentes y «con la ayuda de Dios», como ellos mismos resaltan, tres prácticos locales fueron los encargados de evitar que el buque  UBC Tilbury provocara importantes daños en otros barcos y en el puerto local, cuando la fuerte correntada en la estación marítima local, producto de las inundaciones de los últimos días, hiciera cortar amarras al barco y quedara prácticamente a la deriva.
Se trata de Guillermo Zimmermann, Ruperto Krobath y Cristian Meyer Arana, que fueron quienes trabajaron a destajo, turnándose, para mantener el buque que cortó amarras el viernes por la mañana, quedando atravesado en el puerto, y luego tomaron la decisión de sacarlo de la estación marítima y fondearlo en altamar.
Los tres prácticos no se cansan de decir que «pudo haber sucedido un desastre en el puerto, pero tuvimos mucha suerte y hubo muchísima gente que trabajó, colaboró, contribuyendo para que tuviera un final feliz».
El buque había ingresado a puerto el jueves y el viernes en horas de la mañana, debido a la gran «riada» cortó amarras de proa y quedó atravesado, en una posición muy peligrosa y con mucho riesgo tanto para las instalaciones del puerto como para otros barcos.
Una fuerza incontrolable
Zimmermann, Krobath y Meyer Arana se fueron turnando para subir al buque y trabajar junto al capitán y la tripulación para mantenerlo y tratar de volverlo a su posición. Krobath resaltó que «si se soltaba la proa y el barco hubiera hecho un tropo y pudo haber provocado un desastre. Lo que sucede es que el barco estaba amarrado en donde el puerto hace la curva y ahí la correntada se acelera, más toda la basura que traía, troncos y un montón de cosas, provocaba que se cortaran las amarras».
«La fuerza de la corriente era incontrolable y se acentuaba más aún en los momentos de la bajamar», aseveró Zimmermann.
Meyer Arana indicó que «todo lo que nosotros pudiéramos pensar o programar, salía diferente, porque era una situación imprevisible, porque la corriente, además, va haciendo remolinos, tanto en la zona Norte, como en la Sur y también en la zona central, con una interacción con el fondo».
Guillermo Zimmermann sostuvo que «se eligió aguantar lo más posible al buque adonde estaba amarrado, antes de correr el riesgo de encontrarse con una situación de desgobierno total, tratando de sacarlo, porque no se sabía que podía llegar a pasar».
Decisión de salir
Siguió diciendo que «llegó un momento en que prácticamente no quedaron cabos sanos y tuvimos que decidir e iniciar la maniobra de salida, porque en realidad no nos quedaban más alternativas, porque además los remolcadores tampoco podían trabajar con normalidad, porque la cantidad de basura en el río provocaban desperfectos en los motores».
Zimmermann resaltó que «finalmente pudimos salir, sacar el buque al mar y fondear, a una velocidad inusual, porque una maniobra que habitualmente demanda de 30 minutos creo que lo hicimos en 15».
Los prácticos resaltaron que «nos benefició mucho la sapiencia y experiencia tanto del capitán del barco como de toda la tripulación, que mostraron gran capacidad, idoneidad y profesionalismo» y resaltaron también la colaboración de «mucha gente, como de Prefectura Naval, Consorcio de Gestión de Puerto Quequén, empresa de amarre, empresa de remolque, agencia marítima, a toda la comunidad portuaria que colaboró» y resaltaron además «el excelente dragado logrado en la última campaña que finalizó hace pocos días, lo que fue fundamental».
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