CFK se acerca al papa Francisco a través de Grabois y Álvarez Rodríguez aparece en el escenario electoral
Los días pasan, pero el misterio sobre la candidatura presidencial de Cristina Fernández de Kirchner está lejos de aclararse. Por más que un sector de La Cámpora insista en que la ex mandataria estaría dispuesta a lavar el orgullo herido por las tres derrotas electorales sufridas en 2013, 2015 y 2017, retornando a la presidencia de manera inédita para nuestro país en la primera ocasión que le habilita la normativa vigente (recordemos que Perón debió esperar 18 años para iniciar su tercer período presidencial), es opinión mayoritaria que ese argumento no sería, al día de hoy, más que una falacia urdida por los “pibes para la liberación” para tratar de negociar una participación más o menos significativa en las listas electorales del año próximo.
En las proximidades de la jefa, en tanto, se acepta que el año próximo Cristina deberá afrontar tres juicios orales, y que además las encuestas no le resultan aún favorables para garantizar una victoria. De hecho, salvo que la tendencia de recuperación de su imagen se acreciente drásticamente, correría el riesgo de repetir el síndrome de Aníbal Fernández, es decir, que la oposición derrotaría a Mauricio Macri con cualquier candidato que presentara, menos con ella.
También es cierto que, dentro del arco opositor, Cristina es la que mejor mide para una primera vuelta, razón por la cual de ninguna manera se resignaría a quedar afuera de la definición de candidaturas, para ocupar la mayoría de lugares posibles con sus adeptos. Sin embargo, hoy por hoy, la ex presidente ha preferido dejar jugar a otros candidatos como Felipe Solá, Agustín Rossi, Axel Kicilloff, Alberto Rodríguez Saá o Juan Grabois.
Justamente este dirigente social, de escaso rodaje en la arena político partidaria, parece ser el indicado para sellar la reconciliación entre Cristina y el papa Francisco, tras el distanciamiento que provocó la oscura definición del escrutinio de las PASO del FPV para gobernador provincial en 2015, en detrimento del dirigente peronista cristiano Julián Domínguez.
Al respecto, fuentes autorizadas aseguran que, además del enfrentamiento común con Mauricio Macri, habría una razón de peso –o más bien de muchísimos millones de pesos, y también de otros signos monetarios- que acercan al sumo pontífice y a la ex mandataria, y ésta sería que las acreencias de la familia Kirchner, que ha tratado de ubicar en vano la Justicia argentina, estarían depositadas, en realidad en el Banco Ambrosiano.
De confirmarse la especie, no cabe duda que tendría un impacto semejante al de una bomba nuclear sobre la política argentina, y gravitaría decisivamente en el desenlace del proceso electoral en curso. Volveremos en próximas ediciones sobre este tema.
De este modo, la candidatura de Juan Grabois parece doblemente bendecida, tanto por el papa como por la ex presidente, quien escogió escenarios y formas propias del evangelismo al momento de encarar la campaña electoral de 2017, que la llevó a la derrota contra nada menos que Esteban Bullrich. El interrogante que se despliega a continuación, en el marco de las especulaciones, es el del o la acompañante de Grabois en este hipotético escenario. Si bien desde hace tiempo se menciona a Verónica Magario, por la cabeza de la jefa parece rondar la idea de que debería haber necesariamente una Cristina en la fórmula presidencial, que no sería otra que la sobrina nieta de Evita, Cristina Alvarez Rodríguez, antigua sciolista y hoy instalada en el Instituto Patria.
Esta solución desvela no sólo a los dirigentes de La Cámpora, en la certeza de que sin contar con el dedazo tutelar de su gestora su futuro político estaría virtualmente concluido, sino también al presidente Mauricio Macri, quien –Durán Barba de por medio- está convencido de que defeccionando la Cristina original de la contienda, sus posibilidades de una eventual reelección tienden a cero.
La discusión del presupuesto de la provincia de Buenos Aires para el año 2019, que desvela a la dirigencia en la actualidad, ha provisto de un escenario inmejorable para un nuevo acercamiento entre Maria Eugenia Vidal y Sergio Massa, boicoteado en su momento por la impredecible «Lilita» Carrió. La gobernadora necesita de los votos del massismo para aprobar la ley, y el massismo está sediento de fondos para afrontar la campaña electoral y tratar de recomponer sus filas, gravemente diezmadas por el éxodo encabezado por Felipe Solá, Daniel Arroyo, Fernando Asencio y compañía.
Tanto dentro del peronismo federal y como en las proximidades de la gobernadora, algunos se frotan las manos imaginando con una combinación que se les presenta como imbatible: una fórmula presidencial compuesta por Vidal y el salteño Juan Manuel Urtubey, y el ex intendente tigrense como candidato a la gobernación provincial.
El impacto que ha provocado esta posibilidad ha sido tal, que la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner se vio obligada a sellar la paz, luego de casi tres años, con los líderes del Movimiento Evita, Emilio Pérsico y Fernando “Chino” Navarro, quienes dejaron de ser considerados como “traidores” para volver a convertirse en “compañeros”. Pero el movimiento sísmico no se detuvo allí, ya que colaboradores cercanos al jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, afirman que Maru no se iría sola a conformar esta alianza de cuadros jóvenes y probados en la gestión pública.
REAL POLITIK
PUBLICADO EN LANUEVACOMUNA.COM