Tenía 88 años. Su pontificado se enfocó en un mensaje de cercanía con los más vulnerables. Intentó modernizar la Iglesia Católica y se animó a interpelar a las grandes potencias con un llamado a la paz y la inclusión.
Falleció el papa Francisco. Jorge Mario Bergoglio. A los 88 años, se apagó la vida del primer pontífice latinoamericano, argentino y jesuita en la historia de la Iglesia Católica.
Nacido en el barrio de Flores, en la ciudad de Buenos Aires, Bergoglio fue fanático de San Lorenzo y comenzó su camino religioso a los 21 años. A lo largo de su vida fue amado y criticado. Austero, de humor sencillo y lenguaje cercano, se ganó el apodo de “el Papa del fin del mundo”. Fue elegido Sumo Pontífice el 13 de marzo de 2013, tras la sorpresiva renuncia de Benedicto XVI, y marcó una era inédita por su origen, su estilo y sus gestos.
“Cuando estoy solo, me digo a mí mismo una verdad: que soy un pobre desgraciao a quien Dios le tuvo mucha misericordia. Creo que así, con esta verdad, puedo ser recordado. La misericordia de Dios es genial”, declaró entre risas en una entrevista concedida a la extinta agencia Télam. La periodista Bernarda Llorente le había preguntado cómo le gustaría que lo recordaran.
Durante ese diálogo, también reconoció los cambios que había intentado implementar dentro de la Iglesia: una institución más accesible, con mayor protagonismo de los pobres y más espacios para las mujeres. “Había que hacerlo, porque todos lo esperaban. Lo que sigue es una mujer prefecta de un dicasterio, que las mujeres vayan entrando”, afirmó. De hecho, a comienzos de este año, nombró a Raffaella Petrini al frente de la Gobernación del Estado del Vaticano, un órgano clave en la administración de la Santa Sede.
Orígenes y juventud
Hijo del contador piamontés Mario Bergoglio y de Regina Sivori, ama de casa, Jorge nació el 17 de diciembre de 1936. Su padre se salvó de una tragedia: la familia tenía pasajes para embarcarse en el Princesa Mafalda, que naufragó en 1927 frente a la costa de Brasil. Finalmente, llegaron a Argentina en 1929.
Cuando el periodista Jorge Fontevecchia le preguntó si aquello había sido obra del destino, Francisco respondió: “El destino cada uno lo va caminando en la vida y Dios va eligiendo. El destino, como previsión de Dios, sí. Pero no como algo inmodificable. El destino es la vocación que Dios te da, y te deja el camino libre para aceptar o no ese llamado”.
Estudió en la Escuela Técnica N.º 27 y se graduó de técnico químico. Trabajó en un laboratorio hasta que, a los 21, ingresó al seminario de Villa Devoto. Luego se unió a la Compañía de Jesús, con la intención de misionar en Japón. Ser jesuita implicaba una vida de pobreza, obediencia y entrega total.
Fue ordenado sacerdote en 1969. Poco después viajó a España para completar su formación y en 1973 fue nombrado provincial de los jesuitas argentinos. Esa etapa sigue siendo una de las más debatidas de su trayectoria.
Trayectoria eclesiástica
En 1992, fue consagrado obispo por el papa Juan Pablo II, luego de acompañar de cerca al cardenal Quarracino. En 1997 fue promovido a arzobispo coadjutor y, tras la muerte de Quarracino, asumió el arzobispado de Buenos Aires. En 2001, en plena crisis nacional, fue creado cardenal. En vez de viajar a Roma, pidió a los fieles que destinaran esos fondos a los pobres.
Según la biografía oficial del Vaticano, como arzobispo impulsó una pastoral misionera centrada en la comunidad, la fraternidad y el servicio a los más necesitados. En 2009 lideró una campaña de caridad por el bicentenario argentino: 200 obras solidarias hasta 2016.
Sus vínculos y controversias
Tanto Bergoglio como Quarracino participaron del aggiornamento promovido por el Concilio Vaticano II y simpatizaron con la teología de la liberación. Horacio Verbitsky escribió que Bergoglio “abjuró” de esta corriente en la antesala del golpe de Estado de 1976, alineando a la Compañía de Jesús con una postura más conservadora. En especial, se lo vinculó con la detención de los curas Orlando Yorio y Francisco Jalics, secuestrados por la dictadura. Verbitsky afirmó que Bergoglio les había sugerido que dejaran su labor en villas y, al no hacerlo, los dejó expuestos. Sin embargo, en su testimonio judicial, Bergoglio declaró haber intentado protegerlos. Nunca fue imputado.
Un estilo diferente
El día de su elección, rechazó la limusina que lo esperaba y prefirió volver al alojamiento en colectivo con los demás cardenales. “Me voy con los muchachos”, dijo, según relató el cardenal Timothy Dolan.
Nunca se mudó al Palacio Apostólico: vivió en la residencia Santa Marta. Se afeitaba solo y llevaba una rutina sencilla. En Buenos Aires, viajaba en subte, vivía solo y evitaba lujos. Incluso en Roma, optaba por clase turista y comía en su departamento. “Soy un pecador”, solía decir, y repetía que Dios “siempre perdona”.
Era apasionado por el tango, la literatura y la vida sencilla. Durante los últimos años, su salud se deterioró: fue operado del abdomen, padeció problemas respiratorios y, desde 2022, utilizaba silla de ruedas por una lesión en su rodilla.
Salud y señales finales
Desde su elección, los rumores sobre su estado físico fueron frecuentes. Se mencionó reiteradamente que tenía un solo pulmón, debido a una intervención que le hicieron en su juventud. A pesar de eso, su papado fue uno de los más intensos y transformadores de los últimos tiempos.
Sus últimos gestos políticos —distantes de figuras como Trump, Musk o Milei— dejaron ver su preocupación por los rumbos del mundo actual, incluso cuando su salud ya estaba visiblemente comprometida.
La Nueva Comuna