A casi dos años del gobierno libertario, el consumo sigue sin mostrar señales de recuperación. Las estadísticas evidencian una merma del 22% en las ventas mayoristas y del 8% en supermercados, en un contexto en el que las familias destinan más ingresos al pago de servicios públicos. Mientras que la dispersión de precios en productos esenciales supera el 400%, un 9,4% de los hogares se vio obligado a vender pertenencias para sostener su nivel de vida.
Aunque el presidente Javier Milei afirmó que el consumo “a nivel nacional, está volando”, un nuevo relevamiento contradice sus palabras. El informe, elaborado por el Centro de Estudios para la Recuperación Argentina (RA) de la UBA, señala que “se vislumbra una profundización de la caída de las ventas tanto mayoristas como minoristas” como consecuencia de “las políticas de ajuste que generaron un deterioro mayor de los ingresos reales, en un marco de inestabilidad macroeconómica y cambiaria”.
Si bien durante el arranque de 2025 se registró un leve repunte de la actividad económica en términos interanuales, el informe advierte que “este incremento se debe en gran medida a la destrucción de la actividad económica producida por el ajuste del gobierno en sus primeros meses de gestión, a la vez que apenas compensa un poco de la caída provocada por entonces”. En contraposición, la demanda interna “no muestra una mejora sostenida de las ventas al consumidor final, mientras que las operaciones mayoristas siguen en descenso”, afectadas especialmente por la pérdida del poder adquisitivo en el empleo público y las jubilaciones.
Actividad repuntando, pero consumo paralizado
Desde diciembre de 2023, el ajuste implementado por el Ejecutivo derivó en una recesión prolongada de diez meses, golpeando con mayor fuerza a sectores estratégicos como la industria, la construcción y el comercio. Según el Centro RA, “estos sectores, aún considerando el repunte de los últimos tres meses, registran reducciones de actividad cercanas al 20% para la industria, casi del 13% para la construcción y de aproximadamente 5% para el comercio”.
En lo que respecta a la producción industrial, los datos del INDEC reflejan que “cerca del 38% [de los empresarios] no cree que la demanda interna crecerá en los próximos meses y casi un 15% reducirá la utilización de la capacidad instalada en los próximos meses”. En cuanto a la construcción, si bien acumuló dos meses de expansión, tras haber caído un 27% en marzo de 2024, el informe advierte que se trata de un sector que suele anticipar los ciclos de la economía, y que su débil desempeño podría anticipar una desaceleración general.
En declaraciones a La Nación+, Milei sostuvo que la economía “viene viajando a una velocidad de 10%” y que crece “como pedo de buzo”. Sin embargo, desde la UBA señalaron que, aunque se observa “cierto repunte interanual de la actividad económica en 2025”, dicho aumento “se debe en gran medida a la destrucción de la actividad económica producida por el ajuste inicial”, por lo cual las áreas productivas más relevantes continúan siendo las más perjudicadas.
Caída sostenida del consumo
Respecto al consumo, eje de las declaraciones presidenciales, el reporte del RA indica que las medidas de ajuste “llevaron a una caída acumulada desde diciembre del 2023 de casi el 22% en las ventas mayoristas y cerca del 8% para las ventas en supermercados”, lo que implica un retroceso mayor al observado en 2022, cuando la merma fue del 5% y 0,5%, respectivamente, en un escenario también atravesado por la inestabilidad.
El documento titulado “Actividad puede ser, pero consumo no” enfatiza que la actual gestión “puso fin a la recuperación de las ventas observada de enero a noviembre de 2023”, período en el que las operaciones mayoristas habían crecido un 4,6% y las de supermercados un 3,0%.
En febrero de 2025, según el INDEC, las ventas minoristas en supermercados mostraron una suba del 1,5% interanual, aunque las ventas mayoristas siguieron cayendo (-9,1%). Para el Centro RA, esto responde “a la pérdida del poder adquisitivo de los salarios por el fuerte salto inflacionario producto de las políticas de ajuste y aumento de las tarifas que produjo reasignación de ingresos de bienes de consumo a servicios básicos”, con una mayor presión sobre salarios públicos y jubilaciones por el “atraso cambiario y la licuación” de ingresos.
Un dato relevante para ilustrar el deterioro es que en el último trimestre de 2024, el 9,4% de los hogares del país tuvo que vender algún bien para mantener su estándar de vida.
Según Daniel Schteingart, director de Planificación Productiva en Fundar, los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) muestran que este fenómeno “está muy relacionado con el poder adquisitivo de los hogares –compara los ingresos contra el precio de una canasta de consumo que se mantiene fija en el tiempo– pero también puede reflejar cambios en los estándares de vida: no solo importa cuánto dinero tiene una familia, sino también cuánto quiere o necesita consumir”.
Dispersión de precios
Un relevamiento de Focus Market reveló fuertes diferencias de precios en productos básicos según el canal de comercialización (almacenes, carnicerías, verdulerías, mayoristas y Mercado Central), que en algunos casos superan el 400%, con su consecuente impacto sobre el poder de compra.
En el rubro almacén, la brecha entre el valor mínimo y máximo alcanza el 34% para el azúcar (de $1.119 en mayoristas a $1.500 en negocios de barrio) y para la yerba ($4.031 a $5.400). El producto con menor dispersión fue la harina, con una diferencia del 13%.
Entre frutas y verduras, se observaron brechas de hasta el 77%: el kilo de lechuga mantecosa se consigue a $3.000 en supermercados, pero puede trepar a $5.299 en tiendas express. Lo mismo sucede con el tomate redondo ($2.500 vs. $4.390). También se destacan diferencias del 52% en la docena de huevos y del 33% en el kilo de papa negra. La menor dispersión se detectó en la naranja para jugo (7%).
Estas diferencias se amplifican aún más al comparar con los precios del Mercado Central, un canal de acceso limitado por razones geográficas: la lechuga muestra una brecha del 400%, los tomates del 285%, los huevos del 127%, las naranjas del 79% y las papas del 58%.
En carnes, las diferencias van del 16% al 75%. La mayor disparidad se da en el kilo de bondiola de cerdo ($8.550 en mayoristas frente a $14.949 en hipermercados), seguido por el vacío y el asado. Comparado con los precios del Mercado Central, las brechas alcanzan el 165% en bondiola, 84% en asado y más del 60% en otros cortes populares.
Finalmente, una encuesta nacional a 3.500 consumidores reflejó que el 62% de las personas compra por semana, buscando precios y ofertas según el canal. Solo el 18% logra planificar compras mensuales.
Con información de El Destape
Publicado en lanuevacomuna.com