¡Nunca Más!
A continuación se transcribe el documento leído en el acto por el Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia realizado el 24 de marzo en la Plaza Dardo Rocha de Necochea.
A treinta años de la recuperación de la democracia, es imperioso hacer un balance de los avances
y de las luchas pendientes en materia de Derechos Humanos que tenemos como sociedad. Y por
eso, hoy nos convocamos.
Porque el golpe de estado de 1976, transformaría la Nación, destruyendo toda organización
popular opuesta a esa transformación. Sectores económicos, políticos eclesiásticos y sindicales
se aliaron a las Fuerzas Armadas para instaurar un régimen de terror que permitiese consolidar el
plan neoliberal con que se enriquecerían a costa de la explotación del pueblo.
Fundamentalmente se atacó a la organización de los trabajadores, interviniendo sindicatos y
asesinando comisiones gremiales enteras, a las agrupaciones políticas, estudiantiles, barriales
y a todo aquél que fuese opositor al plan neoliberal. Para ello necesitaron de la complicidad o el
silencio de gran parte de la sociedad que no veía o no quería ver el exterminio. Porque hoy eran
dos o cuatro o cinco las personas que desaparecían, otro día tres o siete, y así en todo el territorio
nacional. Pero esas personas que desaparecían en «algo raro andaban». Y tal vez no desaparecían
sino que viajaban al exterior o morían en «duros enfrentamientos» con las «fuerzas del orden». Y
sumaron miles, y el terror y el silencio los ocultaba más y más.
Pero esos desaparecidos comenzaron a tener identidad y presencia gracias a la incansable
lucha de los familiares –madres, abuelas, hijos- de los Organismos de Derechos Humanos que
reclamaban aparición con vida y que exigieron juicio y castigo a los culpables.
Luego del memorable trabajo de la CONADEP, la democracia argentina generó el histórico juicio
de las juntas.
Posteriormente se vivieron días de frustración y angustia en plenos gobiernos democráticos que
dictaron leyes de obediencia debida y punto final y firmaron vergonzantes indultos a los asesinos.
Todos conocemos sus nombres no hace falta ni merecen ser escritos.
Pero también se vivieron y se viven momentos de alegría cuando se recupera un nieto y momentos
indescriptibles en que se mezcla la tristeza, el alivio o la resignación cuando se identifican restos
de compañeros y se tiene la certeza de su destino final.
Hoy se viven momentos que ni imaginábamos pocos años atrás, en que se juzga y se condena a
muchos de los culpables de tamaña matanza. Sabemos que no son todos, que hay gran cantidad
de militares, civiles y religiosos que aún no han sido sentados en el banquillo. En nuestra ciudad,
Fariña es una muestra de ello. Encontrándose sindicado por su subordinados como uno de los
responsables de los vuelos de la muerte, no sólo no ha sido juzgado sino que ni siquiera ha sido
convocado por ningún órgano judicial a prestar declaración indagatoria.
La inclaudicable lucha de los Organismos de Derechos Humanos, Partidos Políticos, Sindicatos
y Organizaciones Políticas encontró en este momento histórico la respuesta de un gobierno
que no hizo oídos sordos a la misma, pero que debe lidiar con sectores de poder que ponen
constantemente palos en la rueda e intentan impedir que se haga justicia. Estos poderes aún
están integrados por numerosos cómplices del nefasto proceso. Como es el caso de Pedro Hooft,
juez de la ciudad de Mar del Plata recientemente suspendido en sus funciones acusado por su
participación en delitos de lesa humanidad durante la última dictadura.
Sabemos que hay avances y retrocesos, nuestra ciudad no es ajena a esta situación. A fines
del año pasado se conocieron las condenas recibidas por los acusados en la causa en la que se
juzgaron los crímenes cometidos en el circuito represivo Mar del Plata Necochea. Seis militares
fueron condenados a prisión perpetua. Por el contrario, de los seis policías imputados dos fueron
absueltos y el resto recibió penas menores. Los represores que actuaron en nuestra ciudad –
el entonces Subcomisario Héctor Francisco Bicarelli y el ex oficial Mario Larrea- recibieron por
los crímenes de secuestro y tortura las penas irrisorias de 7 y 5 años, ordenándose la inmediata
libertad de Larrea por considerar cumplida la condena con los años de prisión preventiva. Por su
parte el Policía Adriano Arguello fue apartado del proceso por supuestas afecciones de salud que
le impedirían ejercer el derecho de defensa. Días después fue puesto en libertad Bicarelli quien
reside en nuestra ciudad y camina tranquilamente por las mismas calles por las que caminan sus
víctimas.
Exigimos justicia ante la apelación de la sentencia y la aplicación de condena efectiva y cárcel
común. Sin no hay justicia, hay condena social.
No somos ingenuos, sabemos que hay resquicios en el aparato estatal para aquellos sectores
de las fuerzas de seguridad que lamentablemente continúan actuando como si nada hubiese
cambiado, y reprimen, asesinan y desaparecen a militantes populares. Las desapariciones de Julio
López y Luciano Arruga, nos demuestran que el Estado en algunos casos no ha podido prever ni
evitar el accionar de esas bandas represivas.
Los casos de gatillo fácil, son una faceta más de estas prácticas violentas y Necochea no es ajena
a esta realidad, los nombres de Romina Benavidez y Gastón Díaz son testigo de ello.
Estamos convencidos que esto no se va a solucionar hasta que no se reformule la ideología y el
accionar de las fuerzas de seguridad estatal. Deben cumplir con su deber y no integrar bandas ni
ser cómplices en todo tipo de delitos.
La existencia del «Proyecto X», es intolerable en un gobierno democrático y es un arma de
persecución y represión cuyo desmantelamiento exigimos.
Y, por supuesto, también sabemos que hay sectores de la sociedad permeables al mensaje
constante de los medios de comunicación dominantes, que no abandonan las viejas ideas del «no
te metas», del «yo no hice nada», y «de la mano dura». Esa parte de la sociedad que apoyó uno y
cada uno de los intentos desestabilizadores contra gobiernos democráticos y que siempre renegó
de los justos reclamos de los trabajadores que lucharon y luchan por mejoras salariales, laborales
o por simplemente por ser incluidos. Sabemos que debemos redoblar esfuerzos para alcanzar una
verdadera transformación cultural, luchar contra la pereza mental de muchos para que entiendan
que con memoria, con justicia, con solidaridad, es posible reconstruir una sociedad en la que se
reconozcan los derechos humanos, en la que todos tengan las mismas posibilidades, de trabajar,
estudiar, tener acceso a la salud. Donde la inseguridad no se resuelva con mano dura, sino
con trabajo e inclusión social. En síntesis una sociedad más justa. Por esa sociedad trabajaron,
lucharon y dieron la vida los miles de desaparecidos y por esa sociedad levantamos hoy nuestras
banderas.
– ¡Nunca Más!
– ¡Aparición con vida de Julio López y Luciano Arruga!
– ¡No al Proyecto X!
– ¡Desmantelamiento del aparato represivo!
– ¡Justicia por Romina Benavidez y Gastón Díaz!
Compañeros necochenses desaparecidos ¡presentes!
Compañero Julio López ¡presente!
Treinta mil compañeros desaparecidos ¡presentes hoy y siempre!