Cuando el Estado de Sospecha reemplaza al Estado de derecho
Llama la atención que un profesional de las leyes como es el abogado Alberto Esnaola se maneje en el campo de las sospechas, los supuestos, los preconceptos y los prejuicios.
El concejal entiende perfectamente el peligro que representa para la democracia cuando se vulneran los límites de la legalidad, para llevarla un poco más allá aprovechando influencias o «amigos» en el poder judicial.
Demoledor informe de la Fiscalía
Tras un año de investigación la Fiscalía Federal de Necochea llegó a la conclusión que lo denunciado en su momento no tenía sustento jurídico.
La Bolsa de Valores de Rosario aclaró a través de un informe especialmente elaborado por requerimiento judicial, que el famoso millón de dólares era un simple movimiento financiero, de compra y venta de bonos.
La Fiscalía pudo constatar de esta manera que la «sospechada» operación financiera era eso, un operación financiera común y corriente. En el informe bursátil se aclara que a las horas de haberse realizado la compra de bonos del Estado nacional (Bonar VII), los mismos se comercializaron y generon un rédito de 90 mil pesos.
«Analizando las actuaciones y teniendo en cuenta que no se ha podido acreditar con la provisoriedad propia que requiere la etapa de instrucción del presunto hecho ilícito investigado en autos, entiende esta representación pública que de momento no existen diligencias para orientar la misma con ciertas expectativas de eficacia» dice el documento de la Fiscalía.
Las publicitadas denuncias, no llegaron siquiera a convertirse en un juicio: sin pruebas, hay inexistencia de delito.
Falta de pruebas, ausencia de delito
Lo dicen las leyes, lo dicen las constituciones de los países, lo dicen los tratados jurídicos, lo dicen los sistemas jurídicos de la historia de la humanidad: si no hay pruebas, hay inexistencia de ilícito.
Ya se hizo una investigación judicial, pero las pruebas no fueron consideradas relevantes como para iniciar o profundizar una investigación. Sin embargo la sospecha queda instalada y el daño está hecho. A través de medios de comunicación afines, amigos, incautos o no, el concejal Esnaola sabe muy bien como es el trámite de instalar el Estado de Sospecha o de Opinión cuando el Estado de Derecho le pone un límite.
Esnaola levanta el dedo acusador… pero nunca tiene pruebas y lo que aporta dice aportar a la justicia siempre es totalmente irrelevante: recortes de diarios, suposiciones o documentos apócrifos.
Ocupa espacios en el campo de lo simbólico en una parte de la sociedad que desea creerle porque necesita depositar en el otro todos los males de esa misma sociedad. Esto le genera espacios mediáticos y espacios políticos con una parafernalia de acusaciones, de términos jurídicos, de cifras tiradas al voleo, que se convierten en meras operaciones de prensa, por momentos tan insustanciales que se transforman en neuróticas.
Movido por cuestiones personales
Lejos quedaron las ideologías. Lejos quedó el perfil «progresista» que supo cultivar en su juventud. Hoy es un exponente de la derecha más rancia enquistada en el radicalismo alvearista, que defiende al status quo conservador necochense, a los grandes grupos empresariales ligados al agro, aliado al Partido de Gerónimo Venegas, al gobierno que aplica tarifazos criminales sobre la gente y, por si algo faltaba, llegó a defender al genocida local Héctor Bicarelli.
Hay que entender la psicología de las personas para adivinar la vereda por la que transita. En este caso, hay que decirlo, Esnaola se mueve por cuestiones personales, con rencor y resentimiento. Alguna vez, el Dr. Daniel Molina echó de la función pública a Esnaola y se ganó un enemigo para toda la vida. Alguna vez, el profesor Horacio Tellechea le dijo que no a Esnaola, rechazando ser parte de su proyecto político personal dentro de la UCR, y le costó carísimo. Alguna vez, Porcaro no quiso tenerlo entre sus filas y eso le dolió a Esnaola, de una vez y para siempre.
Siempre quiso el único referente del partido radical, para lo cual dinamitó a todos sus posibles adversarios, quienes a veces ni siquiera se daban cuenta de la maniobra. Desde siempre quiso ser intendente, luego legislador provincial y luego nacional, porque la ambición personal lo puede. Pero la realidad se empeña en alejarlo de sus objetivos.
Dentro de la UCR, hay caras largas y no es para menos: un concejal radical que se pelea con periodistas (lo más grosero fue el episodio con Gabriel Izzo) y con organismos de Derechos Humanos locales (cuando los trató de nazis) está poniendo en problemas a todos. Ahora encontró un contexto favorable, donde todo lo que tenga que ver con el gobierno anterior es sospechado de lo que sea. Montado en la ola, con un adversario difuso y pruebas más difusas aún, el político juega al juego que más le gusta y siempre va a tener algún público que quiera creer lo que dice.
En estos días daremos a conocer algunos elementos que asombrarán (o decepcionarán) a más de uno.
Alfredo Barros / LANUEVACOMUNA.COM
