Un asunto ligado a los servicios de inteligencia y a pases de factura policiales
Desde hace unas semanas irrumpió en medios locales, regionales y luego nacionales el «Caso Suris». ¿Qué hay de cierto y qué hay de «humo»?
Se llama Juan Suris. Estuvo «prófugo» de la justicia durante un par de semanas. El entrecomillado a la palabra prófugo no es casual: el buscado estuvo aparentemente escondido durante todo este tiempo en el departamento de su novia.
El «Caso Suris» tiene desde el comienzo toda la espectacularidad mediática posible y va en aumento: dueño de un BMW de alta gama flojo de papeles, se sabe que es amigo de famosos (Leonardo Fariña, ex de Karina Jelinek y acusado de lavado de dinero de alto nivel), novio de famosa (la modelo Mónica Farro), 2000 horas de escuchas telefónicas. Se menciona por los medios vinculaciones con el narcotráfico, con la trata de personas de origen oriental, con el lavado de dinero, con la exportación de cereal robado, con la impresión de dólares falsos, etc., etc. etc. Poco menos que un demonio.
Interés del público necochense
Evidentemente, a Suris y a sus amigos les gusta el dinero y buscaron la manera de encontrarlo rápido y fácilmente. Pero en el camino parece que se encontraron con algunos vecinos de nuestra ciudad, la «conexión necochense» de la que poco y nada se sabe hasta ahora.
En Necochea el caso es seguido con interés por dos cuestiones: una es la presunta vinculación con la distribución de estupefacientes en locales de la movida nocturna local (más precisamente en un conocido boliche de la Villa Balnearia); la otra es la mención sobre la exportación de cereal robado a través de nuestra estación portuaria.
Juan Suris fue apresado en estos días y su abogado claramente dijo que no se encontraron ni «drogas ni dólares falsos» por lo que (como es de prever) las escuchas serán impugnadas con alguna argucia propia de los leguleyos.
Nos quedará a los necochenses (a la justicia, a la policía, a las autoridades, a las entidades estatales pertinentes, a los ciudadanos en definitiva) dilucidar qué hay de cierto sobre las dos cuestiones.
Es necesaria una concienzuda investigación sobre la distribución de estupefacientes en la ciudad y, si se actúa con seriedad, posiblemente nos llevemos más de una sorpresa. Le caiga el sayo a quien le caiga, con más o con menos amigos poderosos, el narcotráfico y el consumo de drogas son una problemática grave que afecta seriamente a nuestra sociedad.
El mismo criterio debería regir respecto de la venta de cereal robado. Aunque es algo muy difícil de concretar, no es algo nuevo, ocurre y muchos poderosos (incluso ilustres de doble apellido, encaramados en entidades ligadas al sector) estuvieron o están «rozados» por este tipo de operatorias. La exportación de cereal, sea como sea, involucra necesariamente a las entidades de contralor del Estado (como ser la Aduana o la AFIP) y también a muchos actores del sector privado: exportadores-importadores, despachantes de aduana, agentes navieros, Terminales portuarias, gremios, etc.
En definitiva, el «Caso Suris» suena más como un asunto ligado a los servicios de inteligencia y a pases de factura entre bandos de la siempre complicada policía bonaerense. Los argentinos conocemos el paño: difícilmente llegue a esclarecerse alguna de las variadas acusaciones.
De paso, pasto para las fieras: los programas de chimentos se están haciendo una fiesta con este tema que promete tener cuerda por unos cuantos días más.
Alfredo Barros / LANUEVACOMUNA.COM