Unos acusan que «no reconoce los liderazgos» y del otro lado responden que «le han dado la espalda demasiadas veces». El peronismo está otra vez en la cuerda floja, y esta vez la crisis podría ser más profunda. Enfrente, Milei y un gobierno que quiere desbaratar el Estado.
Axel Kicillof, el hombre que gobierna la provincia más compleja del país, decidió jugar sus propias cartas. Con el lanzamiento del «Movimiento Derecho al Futuro», no solo desafía a sus compañeros de ruta, sino que expone una verdad incómoda: el movimiento que unió a millones hoy es sólo silencios, tuits al aire y reproches.
Cuando los Compañeros se convierten en rivales
No es solo una pulseada de egos. Es como ver a hermanos pelearse por la herencia de un padre que aún está vivo. La periodista Sandra Russo, con esa mirada aguda que la caracteriza, lo dice sin tapujos: «Duele ver cómo se rompen lazos que parecían indestructibles. Son los mismos que repartían volantes bajo la lluvia, los que se abrazaron cuando ganaron… ¿Qué pasó?». Las redes sociales arden con mensajes de militantes desconcertados: «¿Ahora Kici es opositor de los nuestros?», se pregunta un joven de La Matanza. La política, al final, también se escribe con desilusión.

¿Kicillof traicionó al kirchnerismo o lo traicionaron?
Cuentan que el gobernador aguantó meses de reuniones incómodas, de promesas incumplidas. «Lo trataban como si fuera un empleado, no como un líder», confiesa alguien de su círculo íntimo. La no aprobación del presupuesto bonaerense fue la gota que rebalsó el vaso: sin apoyo de La Cámpora, Kicillof sintió la soga en el cuello. «¿Qué querían? ¿Que se quedara calladito mientras le recortaban plata a los hospitales?», dicen desde su espacio. Para Russo, la jugada era inevitable: «Axel no es un kamikaze, pero tampoco un títere. Si no movía ficha, lo enterraban vivo».
En el conurbano, tierra de pibes con sueños rotos y militantes con pañuelos al cuello, la pelea por el poder es una guerra sin cuartel. Kicillof sabe que sin la provincia, el peronismo no existe… y viceversa. Por eso, su movimiento no es solo un espacio: es un salvavidas. «Acá nadie regala nada —dice un veterano de la JP—. Si La Cámpora lo deja solo, él tiene que armar su propia tropa». La periodista también lo dice claramente: «le han dado la espalda demasiadas veces» y agregó «no esperen que del otro lado se queden de brazos cruzados», advirtió Russo
Enfrente, el cachivache de Milei
Con Javier Milei avanzando con su proyecto de ajuste y su choque frontal contra todo lo que se le cruce, el peronismo hoy se debate entre dos caminos: recomponerse o romperse. Hay quienes, desde sus filas, claman por unir fuerzas otra vez, mirando al pasado como ejemplo de cómo el movimiento logró recomponerse en momentos difíciles.
Mientras el Gobierno apuesta por dinamitar lo establecido, la oposición peronista navega sin brújula clara. Aún con escándalos de magnitud planetaria como es el caso de la estafa de la criptomoneda $LIBRA, sectores del peronismo muestran cierta tendencia a no hacer olas, a que se desgaste solo, o que se caiga solo. No alcanza, todos se dan cuenta del nivel de enfrentamiento interno: ¿podrá el peronismo dejar atrás sus diferencias y tejer una respuesta común ante este desafío, o seguirá siendo su peor enemigo, atrapado en sus propias divisiones?
Las tensiones internas
La historia del peronismo está llena de traiciones y regresos épicos. Sergio Massa, el «prohombre» que alguna vez fue visto como un Judas, hoy es prueba de que hasta los puentes quemados pueden reconstruirse. Massa visitó la embajada de EEUU para hablar mal de Néstor, sin embargo fue el último candidato presidencial del peronismo.
¿Hará lo mismo Kicillof? Nadie lo cree. Pero Russo advierte: «Nadie se casa para siempre en política. Si el voto pide unidad, volverán a repartirse abrazos… aunque sea de mentiritas». Pero hay un problema: el orgullo. «¿Cómo le decís ‘hola’ al que te dejó tirado cuando la gente te necesitaba?», cuestiona un dirigente kicillofista.
En definitiva, ¿Qué es el movimiento ‘Derecho al Futuro’ de Axel Kicillof? Es un espacio político lanzado por el gobernador bonaerense para defender su gestión ante la falta de apoyo de sectores kirchneristas como La Cámpora. Lo que resta de gestión del gobernador es la clave, algo así como de supervivencia, por qué no.
Para los que crecieron escuchando a Perón en la radio, esto duele como una puñalada aunque si lo pensamos fríamente las tensiones internas siempre fueron algo habitual. Para los más jóvenes, es solo otro capítulo de un reality show interminable.
El peronismo siempre se reinventó, pero hoy la pregunta es otra: ¿tendrá fuerzas para volver a levantarse? Si, siempre. Será cuestión de tiempo.
Nota al pie: Si este texto fuera una película, sería un drama con escenas de comedia negra. Porque en Argentina, hasta las crisis tienen su soundtrack de risas nerviosas.
Alfredo Barros / LANUEVACOMUNA.COM