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CONTRA EL MIEDO: TRES RAZONES PARA MARCHAR EL #8N


Yo voy al #8N
Frente a determinadas situaciones no hay objetividad posible, por eso vamos a abreviar: en estos últimos tiempos varios periodistas hemos recibido testimonios de situaciones que poco tienen que ver con la democracia que supimos conseguir como forma de vida. Ninguno de los involucrados quiso realizar denuncias en los ámbitos correspondientes y mucho menos dar sus nombres por temor a represalias. Pero esta es una  ciudad en la que todos interactuamos cotidianamente, por lo que en poco tiempo, todo se sabe. 
CASO 1
"Juan" es un comerciante de muchos años en la Villa Balnearia. Sufrió (y sufre) la impotencia frente al delito que se ensañó con su familia y con su local comercial. Sintió la necesidad de hacer algo y por eso comenzó a asistir a las reuniones y marchas contra la inseguridad. Su experiencia, su reconocimiento en la comunidad y sus características personales lo llevaron encaminarse como referente entre los vecinos, en esa incipiente organización de gente movilizada y preocupada por la inseguridad. Asistió a marchas, reuniones, habló en voz alta… hasta que una llamada telefónica lo hizo reflexionar: una voz de las que nunca se sabrá quién es le advirtió que conocía de  sus negocios, de sus deudas, de sus amigo, de su familia. Para convencerlo, le tiró un par de datos de esos que sólo podrían saberlo alguien con acceso a ciertos niveles del poder. La voz le dijo palabras más, palabras menos, que suspenda su participación en las movidas por el tema de la inseguridad. Abrumado, sorprendido, confuso, tuvo miedo y dejó de participar.


CASO 2
"María" es empleada municipal desde hace varios años. Ella está consustanciada con su trabajo, cumple con rigurosidad lo que tiene que hacer todos y cada uno de los días del año, como tantos otros municipales que resisten el paso del tiempo y de las gestiones de distinto signo político. A "María" también le duelen las injusticias y sabe (aprendió con el tiempo) a olfatear cuando algo no anda como corresponde: es que ha sido testigo varias veces de cómo algunos vivos gambetean las responsabilidades y ella tuvo que ponerle el pecho a la adversidad. Uno de "esos" días ella vio algo que no le gustó y se quedó pensando. Sus superiores jerárquicos (nuevos y con poca experiencia en el área) no le inspiraban confianza y se le ocurrió una idea. Con decisión, hizo lo que fue necesario para resolver la cuestión y sin más, se fue a su casa tranquila. A los pocos días fue citada por el responsable del área y se le hizo saber que su actitud le valdría un traslado a otra repartición y con una importante quita en el salario. Desolada, "María" entró en pánico: no hay nada peor para un trabajador que se le manosee el sueldo, arbitrariamente y de un día para el otro. Eso es quizás común en empresas privadas pero no lo es en el Estado. Pensó justamente en la palabra "Estado" y pensó también que algunos lo confunden con "Gobierno": "¿hay que ponerse la camiseta del Estado o del Gobierno?" pensó.  
Finalmente a "María" se la perdonó y todo quedó ahí, en una severa llamada de atención, pero en una evidente demostración casi brutal de poder. Ella tomó nota y sus compañeros del sector también.

CASO 3  
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"Elina" es maestra. Trabaja desde hace años en escuelas del estado. Ha ayudado a su esposo y ha sido sostén de familia, dependiendo de cómo vengan las cosas. Pero siempre le agradece a su madre que le dio la idea de estudiar el magisterio: con el tiempo, se da cuenta que su título fue fundamental para tener trabajo, y su trabajo fundamental para criar a sus hijos. "Elina" sabe qué hacer cada día en el aula, con sus alumnos, con las familias, con sus compañeras, con sus superiores e incluso ante situaciones inesperadas, de esas que abundan en las escuelas.
Le tocó en este año llevar a sus chicos a un acto escolar. Sus alumnitos, vestidos con lo mejor que pudieron y bien peinaditos, llevaban orgullosos la bandera de ceremonias de su escuela. ¿Hay otra manera de lograr que estos chicos de 11 años sientan, vivencien lo que es la Argentina, los símbolos patrios, nuestra historia, nuestra identidad? Puede ser, pero "esta es una oportunidad que los marcará, sin dudas" pensó. 
Lo que no pensó es lo que iban a encontrar en el acto: todos mezclados, grupetes de muchachones cargando banderas, vociferando consignas, todo en un clima inentendible para las criaturas. "¿Qué tiene que ver esto con la escuela, con los chicos?" se dijo para sí. Y se calló la boca porque el lugar estaba lleno de autoridades y nadie decía nada, es más aplaudían entusiasmados. Se acordó del tango "Las cuarenta" que cantaba su tío en los asados: " si la murga se ríe, uno se debe reír…". 
"Elina" volvió a su escuela, entre asombrada e indignada, muy molesta porque sintió que usaron a los chicos y que la usaron a ella para algo que no tenía mucho que ver con su trabajo. A los pocos días se enteró que habían despedido a un inspector porque había reclamado por una situación similar. "Elina" se quedó con bronca, se calló la boca y pidió que no la manden más a este tipo de eventos.


Alfredo Barros / LANUEVACOMUNA.COM

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