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CON TUS IMPUESTOS: ¿LAS REDES SOCIALES AL SERVICIO DEL GOBIERNO?











Frente a un ejército de trolls, hay que crear un ejército de comunicadores populares



Uno de los métodos más efectivos utilizados por el actual gobierno nacional para la preservación de su imagen pública es la creación de call centers, desde donde decenas de operarios virtuales controlan las redes sociales, enviando mensajes masivos, creando tendencias y censurando el discurso opositor. Muchos de ellos están conformados por empleados públicos quienes, bajo el riesgo de perder sus empleos, son conminados a participar de estas actividades ajenas a sus tareas laborales e incluso por fuera de sus lugares de trabajo.

En tan sólo 10 meses de gestión, el gobierno nacional argentino, encabezado por el presidente Mauricio Macri, aumentó las tarifas de los servicios básicos, incrementó los niveles de pobreza, endeudó externamente al país, persiguió y reprimió a trabajadores y militantes populares, recortó programas en las áreas de salud, educación y desarrollo social, cerró paritarias por debajo de la inflación real, negándose sistemáticamente a reabrir la negociación, entre otras medidas antipopulares.
¿Cómo se mantiene entonces bajo un manto de legitimidad un gobierno que afecta directamente los intereses de las mayorías? ¿Por qué el gobierno de Macri aún goza de cierto consenso entre la población argentina, cuyo bolsillo y cuyos derechos se ven afectados día tras día?
Parte de la respuesta debe encontrarse en la exitosa estrategia comunicacional desplegada por el gobierno nacional, que financia la creación de call centers especializados en hablar bien de su gestión y atacar los discursos opositores ya sea a través de las amenazas, la censura o el hackeo.
Bajo la figura del «voluntariado», la gestión macrista utiliza incluso empleados públicos para la realización de esta tarea quienes, ante el riesgo de perder sus empleos, son conminados a participar de este tipo de actividades ajenas a las que deben efectuar por contrato e incluso por fuera de sus lugares de trabajo.
Las redes sociales se convierten así en un lugar de engaño permanente, en el que cientos de cuentas falsas (también llamadas «fakes»), reenvían mensajes exactamente iguales entre sí, vaciando de contenido el debate político y «colapsando» el tráfico de información.
Sin embargo, estos grupos no sólo operan con perfiles falsos en las redes sociales sino que también corrompen cuentas de correo electrónico de periodistas y comunicadores populares, hecho que constituye un ataque directo contra la libertad de expresión.
En la etapa actual que atraviesan nuestras sociedades, la capacidad de difusión y de comunicación por medio del uso de las nuevas tecnologías parece ser un factor fundamental, más potente y efectivo que la propia realidad material. Por esta razón, los gobiernos de derecha que avanzan en la región latinoamericana prestan especial atención a este aspecto del hacer político,
En este contexto, los ciudadanos y ciudadanas debemos estar cada vez más atentos, preguntándonos acerca de la veracidad del contenido de los mensajes con los que nos encontramos minuto a minuto y cuestionándonos sobre la confiabilidad de la fuente que los emite. Asimismo, conformar medios de comunicación independientes de los poderes dominantes, con estrategias que posibiliten llegar cada vez a más personas, es una tarea más que urgente que debe ponerse en manos de los sectores populares y de sus representantes.

por JOHANNA RADUSKY

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