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#CLARINMIENTE: EL PODER DEL IMPERIO DE MAGNETTO Y LA PERSECUCION A GUILLERMO MORENO



El poder del imperio.

Por Martín Alcalá
No es duda para nadie que el grupo empresario Clarín es el más poderoso de la Argentina.

Lo es no tanto por su patrimonio, muy importante sin duda tanto aquí como en el extranjero según su ex financista Hernán Arbizu, aunque quizás superado por alguna otra gran corporación empresaria.

El poder de Clarín es político-mediático, que en definitiva en estos nuevos tiempos cada vez se acercan más a la sinonimia.

Clarín puede colocar o voltear un gobierno, conseguir fallos favorables a sus intereses en cualquier nivel del Poder Judicial, aún en la Corte Suprema, y hasta hacer que la genética de las personas dé el resultado adecuado a sus deseos.

Puede hacer que un Juez salga apresurado a decir que un cadáver no tenía heridas de Estado y que millones se convenzan de que ese cuerpo es el resultado de un accidente de natación olímpica o turismo aventura.

Puede lograr que las leyes que no le gustan no se apliquen durante ocho años y que se deroguen de un plumazo ilegal en sólo 48 hs. cuando su delfín sienta el culo en la silla máxima.

Puede quedarse con inmuebles donados al Estado por filántropos incumpliendo contratos de alquiler.
El poder tal como se lo explicara el difunto Alfredo Yabrán al casi difunto Mariano Grondona: hacer cualquier cosa por sobre cualquier ley sin riesgo de pena o castigo.

En 2010 el sindicalista entonces kirchnerista y luego macrista, Hugo Moyano, pronunció una frase que luego sería muy repetida: «Clarín miente».

Frases así no le gustan al jefe máximo del imperio.

Bien podrían resbalarle, dado que en la práctica no afectan su poder ni sus acciones. Sin embargo interviene en ese punto lo personal, lo emocional, algo que casi ningún hombre puede eludir aún siendo el más poderoso.

Entonces, al acercarse con la cabeza gacha, en oportunidad de cambiar drásticamente de bando el entonces poderoso sindicalista del gremio más próspero de la Argentina, el grupo le abrió las puertas de sus medios no sin antes hacerle pagar con la propia humillación pública al morocho opulento gremial.

En la mesa de TN y el programa «A dos voces», Bonelli le espetó, por orden del gran jefe: «pegoo… ungsted angtes decía que Clarín mngentía…», a lo que el nuevo empleado gremial carraspeó, titubeó y respondió algo como «sssii… bueno, es que antes mentía pero…».

El entonces Secretario de Comercio Guillermo Moreno fue perseguido durante años por el grupo con acusaciones falsas de corrupción, las cuales quedaron todas en la nada.

Moreno recibió no menos de cincuenta supuestas notas de «investigación» en la cual le asignaban fortunas, cuentas, propiedades, negocios, tanto a él como a su familia.

El resultado de todo es que continúa viviendo en el mismo departamento de siempre, en el mismo barrio de siempre, con el mismo negocio de ferretería que fundara en su juventud y sin un mango que no surgiera de ese ingreso o su salario público.

Entonces, bien Moreno tenía y tiene motivos como para afirmar que Clarín miente.

Moyano también los tenía como los tenía Jorge Lanata, ambos acusados y atacados durante años por Clarín. Sin embargo ellos firmaron contrato y Moreno no.

Y además tiene otro motivo de gran peso.

En septiembre de 2010, días antes de morir y en su lecho final, Patricio Peralta Ramos, ex dueño del diario La Razón, partícipe del acto de latrocinio con el cual los militares sediciosos de 1976 le arrebataran bajo secuestro y tortura la empresa Papel Prensa a sus dueños y se la otorgaran a los tres diarios afectos al régimen para hacerles de prensa oficial, dejado fuera del negocio por el impío Héctor Magnetto, lo hizo llamar por su esposa.

Moreno, sorprendido por el pedido de audiencia y la solicitud de concurrir de inmediato a la casa del moribundo, se acercó con sus funcionarios y una escribana a conversar con él.

En esa conversación, Peralta Ramos confesó que no quería morir sin que se supiera la verdad acerca de ese chanchullo criminal al cual él prestó consentimiento, que fuera el inicio del hoy gran imperio, luego de dejarlo fuera y de someter a subordinación a los Mitre de La Nación.

De esa larga entrevista registrada y protocolizada por escritura pública, y una investigación minuciosa posterior sobre sus datos, surgió el informe «Papel Prensa, la verdad», emitido por la Secretaría de Comercio, anunciado por la Presidente de la República y origen de la causa criminal de lesa humanidad que aún pesa hoy sobre Héctor Magneto.

Causa colocada cuidadosamente en el cajón de las tortugas por los Jueces serviles al imperio.
Bien tiene Moreno razones para afirmar que Clarín miente, y bien tiene el rencoroso Magnetto causas para desear y ordenar castigo para el incorruptible funcionario.

Luego de enterarse de la verdad por boca moribunda de uno de sus protagonistas autoinculpado, Moreno decidió que, además de denunciar ante la justicia, era necesario que el pueblo se enterara de la catadura moral del medio que más noticias le propalaba.

Por esa razón, con fondos aportados por comerciantes del Mercado Central, mandó a hacer un cotillón de globos, pancartas, llaveros y hasta golosinas que en sus envases rezaban la frase moyanista que quedó inmortalizada: «Clarín miente».

O, tomando aquel famoso discurso del Presidente Alfonsín, destituido por orden y acción directa conspirativa de Magnetto, la frase: «Clarín cadena nacional del desánimo, ocultamiento, desinformación, miedo»

Si la justicia, aún con las pruebas contundentes y la confesión escrita y firmada de su socio, no juzgaba o demoraba excesivamente, y la prensa ocultaba, entonces él se encargaría al menos de sembrar la duda.

Así, un inmenso cartel con la consigna adornó el edificio del Mercado Central y el cotillón se repartió entre el público en todo acto en el cual participara Moreno.
Todo eso tuvo un costo aproximado a los $180.000.

Este próximo lunes, el ex funcionario asistirá a una audiencia en el Tribunal Oral Federal 5, ante el cual abogado del grupo Clarín Hugo Wortman Jofre pidió condenar a Moreno por los delitos de «malversación de caudales» e «intimidación pública» a una pena de seis años de prisión.

Un caso raro de la justicia argentina, dado que el fiscal interviniente decidió no acusar por falta de delito, y aún así el Juez continuó procesando.

Moreno continúa sin tener siquiera una propiedad, una cuenta o un negocio fuera de los que figuran en cada una de sus declaraciones juradas de los últimos treinta años.
¿Quién mentía?

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