Cavallo elabora un riesgoso plan para que aplique Macri
Se iniciaría una espiral descendente y recesiva en la economía que, lejos de volver a florecer, sería caracterizada por una especie de “recesión permanente” causada por el “ajuste permanente”. Vaya variante conservadora de la “revolución permanente” trotskista: y es que los extremos se tocan… conservadores extremos y trotskistas con la misma metodología… Y decimos conservadores y no liberales porque pareciera que el Gobierno de Mauricio Macri no busca que la economía crezca aplicando una ideología sino que pretende conservar la regresiva estratificación social actual caracterizada por dislates como subsidiar con fondos públicos la compra de automóviles de alta gama importados -sin aporte de trabajo argentino- mientras miles y miles de familias revisan contenedores de basura para comer. ¿Es eso liberalismo? No. Esa es la variante despreciable del conservadurismo.
Al respecto, entonces, vale la pena meditar acerca de las críticas que le fueron propinadas a Alberto Fernández por decir -como quien dice que el rey está desnudo al verlo en ese triste estado- que el dólar está bajo. La verdad es que la economía argentina aún en medio de esta severísima recesión sigue teniendo déficit externo en la versión más abarcadora del mismo que es la cuenta corriente del balance de pagos. No es un déficit pequeño. Si hubiera una espontánea reactivación desde estos niveles de dólar real ese déficit se elevaría probablemente a no menos del 5/6 % del PBI. Vale decir que en estas condiciones, con este nivel de dólar, toda reactivación tiene patas cortas porque los inversores privados extranjeros no suelen financiar países con esos niveles de déficit en sus cuentas del balance de pagos. Y no lo suelen hacer sea quien fuere el presidente.
Quien lo dude puede recordar como en 2018 se le cortaron a Mauricio Macri todas las fuentes privadas externas de financiamiento, y como solo muy parcial y tibiamente, y con el viento a favor de una buena cosecha se logró recomponer solo una parte de ese déficit que se constituye normalmente en un semáforo rojo a la entrada de capitales cuando supera el 3/4% del PBI.
Vale decir entonces: ¿dijo o no dijo Alberto Fernández la verdad? Y al hablar también de un dólar sustancialmente superior al actual, ¿no estaba proponiendo acaso seguir el consejo de Maquiavelo de hacer el mal de un solo golpe? Uno podrá discutir cuál es la mejor metodología de recuperar tipo de cambio real.
Hay muchos mecanismos que en diferentes variantes pueden ser exitosos. No necesariamente una fuerte devaluación es el mejor camino. Puede ser aconsejable otra alternativa. Depende. Pero no puede decirse que de sus palabras no se colija que Argentina debe recuperar rápidamente el sendero del crecimiento. Y que para crecer de una manera sana hay que exportar muchísimo más de lo que se exporta ahora. A propósito de ello, ¿no llama la atención al lector que este año Argentina, tras todo el caos contractivo de 2018 y 2019 esté exportando menos manufacturas industriales que en 2018? Y lo que es aún más llamativo: ¿cómo puede ser que no crezcan las manufacturas de origen agropecuario? Algo huele a podrido y no es en Dinamarca. Es en Argentina. La oportunidad de aplicar un plan conservador parece haber pasado. Se lo intentó y salió mal. ¿Vamos a intentar aplicar un plan diseñado por Domingo Cavallo con la careta de Mauricio Macri que conduce a la recesión permanente y al ajuste permanente? ¿Todo para sostener fuertes distorsiones en el tipo de cambio que claramente son marcadas por las cuentas externas del país? ¿Un terrible ajuste adicional en aras de qué? El Gobierno, víctima de un terrible mareo que le oscurece las ideas sigue desoyendo otra máxima de Maquiavelo para el Príncipe: “Quien es elegido Príncipe con el favor popular debe mantener al pueblo como amigo”. Si Maquiavelo está en lo correcto parece ser el momento de pensar que probablemente, más allá de lo que hayan dicho o digan las encuestas, estamos frente a un punto límite. A un verdadero “game over”.
AMBITO
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