crossorigin="anonymous">

ACTUALIDAD

Barrio, memoria y lucha: la identidad que Milei no puede borrar

La movilización en defensa de los jubilados es mucho más que una protesta: es la reafirmación de una identidad colectiva que persiste en el tiempo. En los barrios, en los clubes y en la memoria de quienes ayudaron a construir este país, la solidaridad sigue siendo el pilar de la Argentina real.

Un país que no se rinde
En la Argentina de los barrios, en los clubes sociales, en las calles y en la memoria de los jubilados, sigue latiendo el espíritu de una comunidad que nunca dejó de pensarse en conjunto. Mientras el gobierno avanza con su política de ajuste y erosión del tejido social, la resistencia se expresa en la defensa de quienes encarnan la historia viva del país.

Este miércoles, la imagen de miles de hinchas de fútbol acompañando a los jubilados será más que un gesto de apoyo: será la prueba de que la identidad nacional no se define en escritorios ni en modelos económicos, sino en la vida cotidiana, en los espacios de encuentro, en la determinación de sostener un proyecto colectivo incluso en los momentos más difíciles.

Los jubilados como faro ético y social
Cada abuelo lleva consigo una historia que entrelaza culturas, recuerdos, sacrificios y enseñanzas. Fueron ellos quienes, con esfuerzo y solidaridad, cimentaron el país que hoy el gobierno pretende desmantelar. Su lucha no es solo por derechos adquiridos, sino por la esencia misma de una nación que siempre entendió que «nadie se salva solo».

El desprecio oficial hacia los jubilados no es solo una cuestión presupuestaria: es un ataque directo a la noción de comunidad. Pero ahí surge la respuesta: cuando un gobierno los desprecia y los empuja al olvido, la sociedad los abraza y los reivindica. Son nuestra brújula moral en este tiempo, el espejo donde mirarnos para recordar que la dignidad no se negocia.

Clubes de barrio: trincheras de la identidad colectiva
Los clubes de barrio han sido históricamente el alma de la vida comunitaria. En ellos se forja la identidad barrial, se transmiten valores y se construye el sentido de pertenencia. No son solo espacios de ocio: son fortalezas de la memoria, refugios en tiempos de crisis, bastiones de una identidad que se resiste a ser erradicada.

Como en Luna de Avellaneda, donde la amenaza de convertir un club en un casino representaba el avance de la especulación sobre la comunidad, hoy estos espacios vuelven a ser el escenario de una lucha crucial. Son la evidencia de que el país no puede reducirse a números fiscales ni a la lógica de la motosierra: en cada club que resiste, en cada hinchada que se organiza, hay un acto de ciudadanía que trasciende cualquier gobierno.

El fin del miedo: el criptogate, de la farsa de la motosierra a la realidad
El criptogate fue como correr el telón de un teatro de sombras: se disipó el miedo y quedó expuesta la estafa. Detrás de la escenografía aterradora de la motosierra y la agresividad discursiva, lo que apareció fue la mediocridad de un personaje ajeno al «nosotros». La casta, aquella que prometió erradicar, estaba en su propio entorno, lucrando con la especulación y el engaño.

El relato del miedo se diseñó para inmovilizar, para imponer la resignación. Pero cuando la mentira se desmorona, cuando la motosierra deja de infundir terror, lo que queda es la certeza de que la resistencia no es solo una respuesta, sino una afirmación de identidad.

No somos cómplices: la solidaridad como esencia nacional
Para quienes proclaman con pesimismo que «la Argentina de Milei» marca el fin de una era, la respuesta es clara: la conducción del Estado puede ser transitoria, pero la identidad de un país no se define desde un escritorio. La comunidad persiste, porque el Estado no lo es todo. Lo que perdura es un modelo de ciudadanía basado en la solidaridad, que trasciende gobiernos y se sostiene en las calles, en los clubes, en cada red de organización barrial.

Este miércoles, la convocatoria de los hinchas para acompañar a los jubilados no es un simple gesto: es una señal de que este país, en su ADN colectivo, lleva la certeza de que la injusticia, el hambre y la humillación no pueden ser normalizados. No somos cómplices de Milei. Los jubilados no son solo un grupo de personas, somos millones. Y estar a su lado no es solo un deber: es un orgullo.

La Nueva Comuna

Deja un comentario


Soporte Wordpress por Efemosse y Alipso
Verificado por MonsterInsights