Quienes simpatizan con el personaje Milei suelen esquivar el tema, o si lo encaran, lo justifican desde el lugar de su sencillez, su austeridad y hasta la falta de grandes sumas de dinero para recambiar su vestuario. Otro grupo de sus votantes inclusive deshechan cualquier explicación que no sea reflejar la falta de interés de Javier Milei por lucir elegante, atildado, limpio o presentable, «porque no se detiene en superficialidades».
Sin embargo desde la punta opuesta del arco ideológico aprovechan para hacer base en lo que llaman una muestra más de su desequilibrio, y que se trasunta en su desprecio a comer, a vestir acorde a las circunstancias, y algunos hasta se atreven a decir «a bañarse».
Sobre esta hipótesis hace eje el capitulo 2 del reciente podcast «Sin Control: El universo de Javier Milei» lanzado en conjunto por el diario El País de España y la revista argentina Anfibia.
Con el relato de María O’Donnell y con testimonios de conocidos y vecinos de Javier Milei, se desentraña el supuesto de un libertario «roñoso», poco amigo del cambio de ropa y del aseo personal. Se trata del capítulo 2 que se titula «La Libertad Retrocede». Está en Spotify.
«OLOR A MUGRE» EN ASCENSOR
«Cuando el subía, la gente bajaba. El olor que tenía era insoportable, a mugre. Porque él es sucio, el pelo sucio y siempre tenía el mismo traje que brillaba de muugre», comienza explicando una vecina del edificio de Javier Milei, en relación al lugar común de quienes compartían el ascensor con él.
«Y un día, la vecina se cruzó con Karina, la hermana de Milei. Ella estaba siempre muy arreglada y perfumada», introduce la narración de O’Donnell en el podcast.
«¿Venís de la casa de Milei?. Sí, ¿cómo te diste cuenta?. Por el olor a perro que tenés. ¿Vos no te das cuenta el olor que tenés?», le asestó la vecina que dio testimonio en el trabajo periodístico de El País.
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Publicado en lanuevacomuna.com