La producción argentina de «El Eternauta», inspirada en la mítica historieta creada por el artista desaparecido Héctor Oesterheld, se convirtió en un fenómeno. Uno de sus protagonistas, Ariel Staltari, tuvo una relación cercana con Necochea, ciudad que fue clave en su vida: allí definió su vocación artística, en medio de una dura enfermedad.
Esta semana, «El Eternauta» volvió a poner a la ficción nacional en el centro de la escena global. La serie, disponible en Netflix, logró destacarse no solo en Argentina, sino también en rankings de audiencia de países como Bolivia, Brasil, Chile y Colombia, e incluso en lugares tan diversos como Alemania, Eslovaquia y Turquía.
Basada en la historieta emblemática escrita por Oesterheld y con dibujos de Francisco Solano López, la serie adapta una obra publicada originalmente entre 1957 y 1959 en la revista Hora Cero Semanal. Tal fue su impacto que se reeditaron múltiples veces y, en 1976, se lanzó una continuación titulada El Eternauta II. Poco después, la dictadura militar secuestró y desapareció a Oesterheld, quien ya había perdido a sus cuatro hijas, también víctimas del terrorismo de Estado.
Por el peso histórico y simbólico de la obra original, los intérpretes del elenco asumieron una gran responsabilidad. Sin embargo, estuvieron a la altura y las actuaciones han sido uno de los aspectos más elogiados de esta producción. Entre ellos se destaca Ariel Staltari, quien interpreta a Omar, uno de los sobrevivientes que conforman el núcleo del relato.
Staltari ya contaba con una carrera sólida antes de esta serie, con papeles memorables en ficciones como Okupas y El Puntero. Lo que muchos desconocen es que el actor vivió parte de su infancia en Necochea, una ciudad que dejó una huella indeleble en su vida.
Nacido en Ciudadela, en el partido bonaerense de Tres de Febrero, Staltari llegó a Necochea a los seis años junto a su familia. Un cuadro de neumonía los obligó a regresar a su ciudad natal, pero el vínculo con Necochea se mantuvo firme: todos los veranos volvían a trabajar en la playa, vendiendo churros.
Más adelante, la vida volvió a ponerlo a prueba: le diagnosticaron leucemia en plena juventud. Durante el tratamiento, Necochea volvió a ser un refugio. “Cuando empecé a salir en tratamiento ambulatorio, en enero del 2000, aprovechaba y me iba a Necochea con un amigo, el negro. Mi familia tiene un local de churros y los veranos hacían temporada ahí. Mi amigo manejaba. Yo iba al lado con el barbijo, todo pelado, inflado de los corticoides. Estábamos toda la semana allá, volvíamos, me hacía la quimio, volvíamos a viajar”, contó en una antigua entrevista.
Fue en ese contexto desafiante cuando Staltari decidió dar un giro a su vida: dejó su empleo y apostó por la actuación. La decisión, como ha relatado en diversas ocasiones, la tomó precisamente en Necochea. Allí, en la escollera, entre mates, charlas y música, le confesó a su amigo su deseo: convertirse en actor.
Ese deseo se concretó rápidamente: en 2000 obtuvo su primer papel importante en Okupas, una serie que marcó un antes y un después en la televisión argentina. Luego vinieron trabajos en películas como Visitante de invierno (2008) y Animal (2018), además de numerosas apariciones en cine, teatro y plataformas de streaming.
Hoy, Staltari sigue reconociendo el rol fundamental que tuvo Necochea en su historia personal, y suele mencionarla en entrevistas. Además, su experiencia con la leucemia lo llevó a ser un firme defensor de la salud pública. En los últimos meses, se manifestó en contra de los recortes en el sistema sanitario. “Muchos como yo estamos vivos gracias a los profesionales del Hospital Posadas. Cómo no voy a estar con ellos y defender sus fuentes de trabajo”, afirmó.
La Nueva Comuna
