Un ranking que enciende alarmas
Un reciente gráfico difundido por la economista Candelaria Botto muestra con claridad la magnitud del endeudamiento argentino con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Con una deuda de 60.000 millones de dólares, Argentina encabeza ampliamente la lista de los países más endeudados con el organismo financiero internacional, muy por delante de Egipto (11.000 millones) y Ucrania (9.000 millones).
Este dato, más que una curiosidad estadística, desnuda una situación económica y política crítica. El préstamo recibido por Argentina no solo es el mayor en la historia del FMI, sino que se otorgó en condiciones excepcionales, generando desde entonces un amplio debate sobre su legitimidad y las consecuencias para el país.
El mayor préstamo en la historia del Fondo
El acuerdo con el FMI fue firmado en 2018 durante el gobierno de Mauricio Macri, en un contexto de crisis financiera y corrida cambiaria. A contramano de los criterios tradicionales del organismo, el préstamo fue aprobado con rapidez y sin las condiciones habituales de supervisión. Distintos analistas sostienen que el crédito respondió más a una necesidad geopolítica que a un criterio técnico: sostener un gobierno aliado en la región.
“El FMI rompió todos sus estatutos”, denuncia Candelaria Botto, al recordar que el primer programa ya era extraordinario por su magnitud y falta de fundamentos económicos sólidos. Desde 2022, Argentina transita un segundo programa excepcional con el Fondo, esta vez renegociado por el gobierno anterior y continuado por la actual gestión de Javier Milei.
¿Es legítima esta deuda?
El punto de mayor tensión hoy gira en torno a la legitimidad de la deuda. Diversos sectores sociales y políticos plantean que, al haber sido contraída en violación de los estatutos del FMI y sin aprobación legislativa plena, la deuda debería ser auditada, investigada y eventualmente desconocida.
“Que la pague Caputo, Milei o quien sea. Nosotrxs no”, señala Botto en su publicación, sintetizando el malestar creciente de una parte importante de la ciudadanía, especialmente entre los sectores más golpeados por el ajuste.
La discusión recuerda antecedentes históricos como el caso de Ecuador en 2008, cuando el entonces presidente Rafael Correa impulsó una auditoría de la deuda externa y declaró ilegítima una parte significativa de la misma, negándose a pagarla.
Ajuste, recesión y empobrecimiento
Mientras tanto, el cumplimiento del acuerdo con el FMI impone al país un ajuste severo, con caída del consumo, pérdida de poder adquisitivo, recesión y aumento de la pobreza. El dilema de fondo sigue vigente: ¿pagar una deuda impagable a cualquier costo o priorizar el bienestar de la población?
Desde distintos espacios se exige abrir un proceso de revisión soberana de la deuda, que permita determinar responsabilidades políticas, económicas y judiciales. Se trata, dicen, de hipotecas del pasado que no pueden seguir condicionando el futuro.
Un debate necesario y urgente
Argentina no solo encabeza el ranking de países deudores del FMI: también podría liderar un nuevo debate global sobre la legitimidad y los límites del endeudamiento externo. ¿Puede un país seguir pagando indefinidamente una deuda adquirida en condiciones irregulares? ¿Quién debe hacerse cargo?
Lejos de ser una discusión técnica, el tema de la deuda es profundamente político. Y como toda decisión política, requiere del debate público y de la participación activa de la ciudadanía.
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