El incremento de las importaciones textiles potenció la caída para la producción nacional del sector
Los fabricantes de ropa enfrentan una situación complicada: mientras sus ventas a las marcas y los retails bajaron un 30 por ciento en promedio y en varios casos el 70 o el 80 por ciento, las importaciones de aquellas firmas en el primer trimestre subieron en promedio un 33 por ciento en dólares. El grupo Vesubio, licenciatario de las marcas Lacoste, Cacharel y Penguin, incrementó sus importaciones 47 por ciento en kilos y 44 por ciento en dólares; Vf Jeanwear, que comercializa prendas UFO, Wrangler y Penguin, trepó 98 por ciento en dólares y 99 por ciento en cantidades; Falabella, el principal importador de ropa, subió 6 por ciento en dólares y 10 por ciento en toneladas; el supermercado Wal-Mart incrementó sus compras de ropa 55 por ciento en kilos y 73 por ciento en dólares, mientras que Adidas lo hizo en un 82 por ciento en cantidades y 97 por ciento en dólares. Por su parte, la empresa Zara subió sus compras al exterior un 95 por ciento en kilos y 51 por ciento en dólares. El resultado es una retracción de la participación de la industria local en el mercado y un riesgo de desaparición de miles de pymes si los números actuales se transforman en una tendencia sostenida. El flujo de importaciones responde a la aprobación en diciembre de una enorme cantidad de pedidos de importación, que permitió a las firmas stockearse para el primer semestre.
El Gobierno apenas asumió adoptó una decisión muy fuerte que pasó casi inadvertida. Las autoridades de la Secretaría de Comercio, encabezada por Miguel Braun, aprobaron unas 35 mil declaraciones juradas de importación que habían quedado acumuladas sobre el final de la gestión anterior. En algunos casos eran incluso solicitudes que habían cursado por duplicado o triplicado como modo de insistencia y en un contexto económico que ofrecía perspectivas de corto plazo más ventajosas de que las que se observan en estos meses. Las puertas se abrieron de par en par y eso les permitió a las empresas no sólo acumular stocks por seis meses sino también hacerse la idea de que para lo que viene el modelo será la liberalización comercial.
El crecimiento de las importaciones se verifica en un contexto macroeconómico muy particular. La escalada inflacionaria, la falta de medidas de compensación y las paritarias que todavía no permitieron recomponer el salario (y probablemente no lleguen a hacerlo en el resto del año) produjeron una fuerte caída de las ventas. En los supermercados, que venden productos relativamente básicos, la baja es del 7 por ciento, que se agudiza a medidas que los artículos son menos imprescindibles. El propio Indec en febrero contabilizó que las ventas en los centros de compra crecieron en términos nominales un 28 por ciento, lo que supone una caída en términos reales superior al 10 por ciento. Más específicamente, las ventas de indumentaria bajaron entre un 15 y un 30 por ciento en la comparación anual.
En ese contexto de retracción de las ventas, el incremento de las importaciones textiles potenció la caída para la producción nacional del sector.
FUENTE: Página 12