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Andrea Cáceres acompañó a Larroque en su visita a Bahía Blanca y Coronel Rosales

El radicalismo y sus bases populares ante el desafío de la militancia social, ¿interpela nuestro discurso a la sociedad?

No podemos negar que nuestro partido en sus inicios representó el sentir de los sectores más desfavorecidos de nuestra sociedad, e hizo de estos el motivo de su lucha política. Las causas que dieron origen a esta fuerza estuvieron arraigadas a las libertades civiles individuales, políticas, sociales, morales y religiosas.

Representamos a una sociedad en permanente evolución, con necesidades muy disímiles según el momento histórico en la cual se la analice. Los partidos políticos tienen el deber de analizar las demandas sociales y ser los intermediarios entre estas y el gobierno, desde el rol que a los mismos le toque.

Atravesamos hoy un periodo de despolitización, solo comparable a la década del 90, cuando el mercado avasalló de manera inexplicable la construcción social existente. ¿Qué pasa con la sociedad cuando se debilita la política? La preponderancia del mercado, convalidado si se quiere por el voto popular, genera una alteración de las funciones estatales. La individualidad, la competencia y el consumo se posiciona por sobre la igualdad que defendemos y sostenemos desde nuestras bases ideológicas.

Ante esto debemos hacer más y mejor política. Leer a la sociedad y sus demandas, comprender el fracaso de nuestra propuesta y salir en búsqueda de los sectores que indefectiblemente caerán del sistema; no por conveniencia política, sino para resguardarlos del sistema populista que se levanta como opción ante el fracaso del mercado. Si fracasamos en esta premisa corremos el riesgo, entonces, como decía Mariano Moreno, de mudar de tiranos, sin destruir la tiranía.

La construcción social entonces requerirá indefectiblemente del entramado de redes profundas, que incluyan no solo a los partidos políticos, sino también a instituciones intermedias con fuerte presencia territorial. Es ahí entonces donde al menos podremos entender el desafío cultural e ideológico que atravesamos. La política no son imágenes sueltas, sino un film completo de la realidad que nos interpela.

La identidad popular

Construir una identidad popular requiere entender las particularidades de lo colectivo. Ningún movimiento social se nutre mágicamente de conceptos intelectuales. Las identidades populares conforman un amplio espacio de integración. Los procesos de reconocimiento de estas identidades reactualizan, recrean y modifican las realidades sociales dando surgimiento a un nuevo sujeto social dentro de un nucleamiento colectivo.

El desafío de nuestro partido es la inserción política dentro de este fenómeno. Son los movimientos sociales los protagonistas reales de esta época, aun con sus deficiencias y fracasos comprobados. Casi sin darnos cuenta, una buena parte de la sociedad se vio interpelada por ellos, y canalizó por medio de éstos sus inquietudes, convirtiéndose en los intermediarios reales entre la sociedad y el estado, arrinconándonos a nosotros en un rol pasivo de meros espectadores.

Un ejemplo real de esto es el caso de la ambientalista sueca Greta Thunberg; la mayoría de los partidos políticos de centro izquierda incluyen en sus plataformas la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, ninguno de éstos logró interpretar a la juventud como Thunberg. ¿A qué se debe esto? Varios factores son determinantes, y el primero es la cercanía discursiva. La sensación de vulnerabilidad ante el “monstruo” del Estado que no instaba a las industrias a reducir las emisiones de carbono. En este fenómeno existió una clara y contundente construcción de identidad popular; la perseverancia de una adolescente sueca frente a un Estado ciego, sordo y mudo, llevó a la construcción de un movimiento global.

En nuestro país los movimientos sociales parecen no gozar de la misma credibilidad que en otras partes del mundo. Pero no por esto debemos dejar de reconocer que existe en estos un atractivo militante que convoca a los sectores más vulnerables.

Las identidades solo pueden construirse entonces a través de la relación con el otro, la relación con lo que no es, determinando prácticas y procesos que nos lleve a abrir el diálogo más allá del “nosotros”.

A modo de cierre podemos afirmar entonces que el radicalismo debe enriquecerse de estas experiencias, permitirse construir una propuesta política acorde a las necesidades reales de la sociedad, sin abandonar nuestras banderas. Será el rol de la política el de reconocer al “otro” como parte fundamental de la reconstrucción de una sociedad cada vez más descreída de los partidos políticos, con un profundo compromiso social serio y representativo.

Mateo E. Ruppel

Vicepresidente UCR Necochea

Alerta Alejandro

Publicado en lanuevacomuna.com

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