El Ejecutivo nacional envió en los últimos días al menos cuatro señales que apuntan a que el esquema de flotación del dólar entre bandas será más intervenido que libre. La cotización de la divisa vuelve a estar en el centro del debate sobre la viabilidad del plan económico, en un contexto en el que la balanza de pagos registró en marzo un nuevo récord negativo y acumula diez meses consecutivos de déficit. Aunque desde la Casa Rosada celebran el saldo positivo del sector energético, la fuga de divisas por turismo ya lo supera ampliamente. El Banco Central no ha logrado recomponer reservas y distintos analistas sostienen que el presidente Javier Milei hará uso de los fondos del FMI para fortalecer su posicionamiento electoral.
A pocas semanas de un eventual levantamiento total del cepo cambiario, varios economistas advierten que la promesa oficial de permitir una flotación libre dentro de bandas no se estaría cumpliendo. La consultora PxQ identificó al menos cuatro señales concretas que indican la intención del Gobierno de tener un rol activo en la determinación del tipo de cambio:
El equipo económico confirmó que no intervendrá en la acumulación de reservas dentro de los márgenes establecidos, y que el Banco Central solo actuará si el dólar cae por debajo de los $1.000, a pesar de que ese criterio contradice lo acordado con el FMI.
El presidente Milei reafirmó su voluntad de restablecer las retenciones al complejo sojero y sugirió a los exportadores que liquiden ahora para aprovechar precios más favorables.
La autoridad monetaria habilitó a los inversores extranjeros a operar en el mercado oficial, siempre que mantengan sus fondos en el país por al menos 180 días.
Se detectaron movimientos en los contratos de dólar futuro que hacen presumir una posible intervención oficial encubierta.
Para Emmanuel Álvarez Agis, exviceministro de Economía y actual director de PxQ, “el esquema que inicialmente era de flotación entre bandas y tasa de interés endógena a la meta monetaria, se está convirtiendo en uno de flotación administrada con creación primaria de dinero para satisfacer necesidades del Tesoro”.
La trampa del ancla cambiaria
En la actualidad, la meta principal del programa económico es desacelerar la inflación. Así se lo comunicaron integrantes del Gabinete económico a empresarios en diversos encuentros durante las últimas dos semanas. Pero detrás de ese objetivo se esconde, según distintos especialistas, la intención del Gobierno de llegar más fortalecido al proceso electoral, aun a costa de debilitar la sostenibilidad macroeconómica de mediano plazo.
La herramienta elegida para bajar la inflación vuelve a ser el ancla cambiaria. Esa decisión tuvo como consecuencia que en marzo el Banco Central alcanzara el mayor déficit en la cuenta corriente cambiaria bajo esta gestión, con un rojo de u$s 1.674 millones, sumando así diez meses consecutivos de salida neta de divisas por más de u$s 11.000 millones.
Aunque marzo mostró signos de estancamiento en la recuperación económica, las importaciones crecieron más rápido que las exportaciones. La incertidumbre cambiaria también impactó en la caída de la prefinanciación de exportaciones. Pero el mayor problema sigue concentrado en la cuenta de servicios, donde el turismo es el principal responsable del déficit.
El uso electoral de los dólares del FMI
Desde el oficialismo suelen restarle importancia a las críticas sobre el manejo del tipo de cambio. Alegan que “esta vez es distinto”, y ponen como ejemplo el superávit de la balanza energética gracias al auge de Vaca Muerta. Sin embargo, el economista Amílcar Collante advirtió que desde mediados del año pasado el déficit por turismo supera de manera sostenida al superávit energético.
Según cifras del Banco Central, el 62% del gasto en viajes se realiza con dólares propios, aunque ahora los viajeros acceden a un tipo de cambio más barato en el mercado oficial, lo que incrementa la demanda. Mientras tanto, el BCRA no consiguió adquirir ni un solo dólar bajo el nuevo régimen, a pesar de estar en plena temporada de liquidación de la cosecha gruesa.
Para Álvarez Agis, este modelo operativo resulta incompatible con un Banco Central que necesite comprar divisas, una condición indispensable para bajar el riesgo país y volver a los mercados financieros. “El objetivo político de utilizar el tipo de cambio como ancla para la inflación choca contra la necesidad de acumular reservas”, señaló en un reciente informe.
Por ahora, el Fondo Monetario Internacional opta por mirar hacia otro lado, mientras crecen las especulaciones sobre el papel de Estados Unidos en la aprobación del inusual desembolso inicial de u$s 12.000 millones que recibió la Argentina. “Al parecer el apoyo político permitió una vez más que el Gobierno utilice los dólares del FMI para maximizar sus chances en las urnas”, concluyó el titular de PxQ.
La Nueva Comuna