Un video de la Comisión de la Memoria trae al recuerdo el nefasto momento en que la delegación de militares represores llegaron a Necochea, Fueron recibidos con honores y se pasearon por las calles de la ciudad. Mientras, por las noches, se dedicaban a secuestrar a varios vecinos de la ciudad y hasta de las localidades del interior.
En mayo de 1977, en plena dictadura cívico-eclesiástica-militar que gobernaba la Argentina, un contingente del Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601 (GADA 601), con asiento en la ciudad de Mar del Plata, arribó a la ciudad de Necochea con el objetivo de realizar operativos represivos. La llegada de esta fuerza no fue un hecho aislado, sino parte de un despliegue planificado de control y persecución que se extendió por diversas regiones del país.
La comitiva del GADA 601 fue recibida oficialmente por autoridades municipales de entonces y por el comisario Héctor Bicarelli, quien más tarde sería señalado y juzgado como coautor de delitos de lesa humanidad. Durante esa etapa se produjeron operativos que derivaron en la detención ilegal y posterior desaparición de ciudadanos necochenses, entre ellos Alfredo Reim, Daniel Garramone, Juan Felipe Miyares y Edirma Nélida Vieytes.
Décadas después, la Justicia Federal investigó los crímenes cometidos en Mar del Plata, Necochea y en los centros clandestinos conocidos como “La Cueva” y “La Cuarta”. En el marco de estas causas, Bicarelli fue hallado culpable por su participación en los secuestros, torturas y desapariciones, crímenes considerados imprescriptibles por su carácter de lesa humanidad.
A pesar de las condenas judiciales, hoy en día se mantiene la impunidad en varios niveles. Algunos de los responsables directos e indirectos de los crímenes continúan sin haber sido juzgados, mientras otros transitan su libertad, generando una herida abierta en la memoria colectiva local.

Desde diversos espacios sociales, culturales y de derechos humanos de Necochea se sostiene, año tras año, el compromiso con la memoria, la verdad y la justicia. El reclamo no es solo por el castigo a los culpables, sino también por el reconocimiento de la responsabilidad de sectores civiles y religiosos que fueron parte del entramado represivo.
A 48 años de aquellos días oscuros, la comunidad reafirma su rechazo al olvido y a cualquier intento de negacionismo. La figura de los 30.000 detenidos desaparecidos permanece viva en cada homenaje, en cada acto y en cada voz que se alza para exigir justicia.
No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos.
Alfredo Barros / La Nueva Comuna